Una mujer yacía muerta en la calle rodeada de escombros, cubierta por una sábana manchada de sangre.  Es la escena de una obra de teatro que unos activistas realizaron delante del edificio en estado ruinoso en calle Olmos 25, un restaurante cerrado que contiene un mural del famoso pintor Urbano Lugrís. La escena era una protesta del Colectivo In Nave Civitas, que solicitaba la protección del Ayuntamiento para el mural.  

El escenario era caótico: mientras las mujeres se lamentaban, una doctora intentaba a revivir a la victima. El policía acusaba a su esposo, pero el acusado replicaba que era inocente, y que la acusación era una conspiración, una tapadera. El esposo argumentaba que la culpa era de la caída de un resto del edificio que se encuentra en mal estado, y que el Gobierno local no quería arreglarlo. 
 

A acabar, el esposo sopló una concha y pronunció un discurso: ‘‘Dentro de este edificio alberga un mural que representa la belleza de esta ciudad, por Urbano Lugrís, y se está destruyendo gota a gota. El Gobierno de Inés Rey tiene que actuar, y preservar una obra preciosa”.’ En la fachada pegaron un letrero con el escudo de la Xunta. En él se leía: ‘‘Tranquilos, coruñeses estos frescos do pintor Urbano Lugrís, están protexidos’’.