La tarantela, Maradona o Sophia Loren languidecen como iconos de Nápoles en el imaginario coruñés. Lo hacen en detrimento de una pizza convertida en referencia gastronómica de la ciudad, prácticamente al mismo nivel que la tortilla de Betanzos o el raxo. Y es que ninguna propuesta gastronómica, sea ‘enxebre’ o ‘exótica’ supera el volumen de aperturas de las pizzerías al estilo del sur de la bota italiana.
Que se trata de lo que los modernos llaman un ‘hype’ lo evidencia el hecho de que en el propio nombre de los locales de moda va incluido Nápoles como reclamo, y sino una sugerencia similar. Apenas dos semanas transcurrieron entre la llegada de la franquicia Grosso Napoletano a la calle de Emilia Pardo Bazán y el anuncio de un segundo local en Marineda City.
A un ritmo si cabe más vertiginoso se ha expandido un Napolit: nació en Matogrande en 2021, se convirtió en cadena con un segundo restaurante en Rosalía de Castro el pasado verano y ahora acaba de abrir en pleno Paseo Marítimo su hermano Arrabiata. Además, ha completado su expansión hacia Cambre y Vigo. Completan la oferta Sicilia in Bocca, que hizo el camino a la inversa de Santiago a Juana de Vega, y Terra Mía, tan pionero como vigente desde su pequeño y concurrido espacio de la calle de Juan Flórez.
Además de una masa fina e hinchada en los bordes o su variante enrollada (calzone), el punto común en todas las pizzerías es la dificultad para encontrar mesa vía reserva. Los coruñeses devoran la pizza napolitana, y lo hacen de forma constante. Lo sabe y lo ha aprovechado para hacer carrera Alice De Robbio, propietaria de Napolit, para quien el secreto está en el refinamiento del gusto. “Desde la pandemia la gente valora más lo artesanal y la comida de calidad respecto a lo industrial”, explica. “La masa napolitana es completamente diferente, no tan pesada y no se queda tres días en el estómago; es como si no hubieses comido, porque la masa es tan fermentada que realmente no es difícil de digerir”, añade la hostelera, que también apunta a “productos de calidad que marcan la diferencia”.
Domenico Bartolotta, por su parte, habla con lo que sus antepasados latinos llamarían autoritas. Su pizza Regno Della Due Sicilie ha sido subcampeona de España y la mejor de Galicia en el campeonato de 2023. El creador de la franquicia Sicilia in Bocca también apunta a la calidad como explicación de una moda que desafía el reinado del sushi como burbuja del momento. “A Coruña y Galicia eran un sitio virgen para la pizza artesanal, conquistado por cadenas”, recuerda. “Estábamos todos centrados en la parte mediterránea de España y esta esquina estaba olvidada, puede que por una cuestión logística, porque el producto tiene que importarse de Italia”, prosigue.
Por otra parte, el hostelero cree que la globalización juega también a favor de una mejor educación del paladar y una exigencia creciente por parte del cliente. “La gente viaja cada vez más a Italia y quiere consumir lo que ha probado allí; nosotros hemos montado una ‘piadinería’ en Vigo y es un producto que todavía se empieza a conocer”, matiza. Cree que el problema para dar servicio a tantos curiosos y fans de la pizza napolitana, a pesar de la proliferación de locales, todavía no está solucionado. “No hay suficientes pizzerías para la cantidad de gente que quiere consumir”, subraya la empresaria.