Acostumbrados a quejarse de lo que no tienen, los vecinos de Novo Mesoiro también son muy de sacar pecho por las cosas que funcionan. Y una de ellas era hasta hace un mes el servicio de lavado de bicicletas. Sin embargo, ni los amigos de lo ajeno entienden de empatía ni los llamados a solucionar los contratiempos acaban por dar con la tecla. 

Son ya tres los grifos diferentes, después de otros tantos robos, que han pasado por el lavado. El problema del que sustituyó el original era un fallo en la elección del modelo, ya que impedía atar una manguera y, en realidad, era un grifo para beber. 

Poco después, fue sustituido por otro que, pese a tener unos cuantos años, sí daba servicio. Hasta que lo han vuelto a robar. Desde esta semana, la instalación está completamente rota y el enésimo grifo, fuera de sitio. Eso sí, atado a la manguera.

Tan querido era el grifo original y tanto servicio daba que algunos vecinos han manifestado públicamente su intención de asumir el recambio. Sin embargo, no las tienen todas consigo. “Tienen miedo a que les multen, porque no es algo que pueda hacer cualquiera”, dice Víctor Lamela, presidente vecinal de un barrio en el que siguen sucediendo cosas especiales.