El reloj más emblemático de A Coruña ha perdido la cuenta de su propia edad, y tiene que ser objeto de constantes reparaciones. Para ello los relojeros reciben la ayuda de los bomberos, que disponen de las autoescaleras necesarias para poder llegar hasta la cúspide del monumento y ponerlo de nuevo en hora. Todo, con tal de que el viejo reloj vuelva a marcar con exactitud la medianoche el próximo 31 de diciembre. Un año más, y ni un segundo demasiado tarde.