Circular por Alfonso Molina no siempre es fácil, pero lo será aún menos durante los próximos dos años. Los conductores ya tuvieron que soportar hace un mes el corte del desvío a Matogrande, y ahora tienen que enfrentarse a un problema aún mayor al eliminarse un carril en cada sentido en la avenida de San Cristóbal. Y lo peor es que se trata únicamente de preparativos: las obras de ampliación de la AC-11 todavía no han empezado de verdad, así que a los conductores no les queda más que armarse de paciencia: por delante les quedan dos años de obras que convertirán a esta vía, que ya es de alta siniestralidad, en una de las más congestionadas de Galicia.
El contrato entre Copisa y el Ministerio de Transportes (Mitma) estipula que la empresa debe terminar los trabajos en 24 meses, pero es de esperar que ese plazo de ejecución se alargue y que las obras no acaben hasta 2027. En realidad, puede decirse que los trabajos previos comenzaron en mayo, cuando se talaron varios plátanos. Aquello suscitó las primeras quejas por la ampliación por parte de los vecinos que sabían que echarían de menos la sombra de esos gigantes, pero no afectó la circulación hasta octubre.
Desde la Delegación del Gobierno aseguran que irán comunicando las afecciones de tráfico días antes de que comiencen, porque no hay un calendario como tal. Por debajo de Alfonso Molina, inadvertido para todos los vehículos que pasan por encima a diario, hay toda clase de conducciones vitales, como por ejemplo las de telefonía y fibra, que tienen que ser reubicadas antes de que la maquinaria pesada comience a trabajar. También es necesario preparar las ubicaciones donde se situarán los vehículos, el material y el personal, lo que hará desaparecer algunas de las zonas ajardinadas que adornan la avenida, y que los conductores acostumbran a distinguir fugazmente cuando pasan a toda velocidad junto a ellas. Será el caso de la que se encuentra en sentido salida de la ciudad, a la altura de la avenida de San Cristóbal.
Es muy posible que tantas obras incidan en la seguridad de la vía. Ayer se produjo un incidente que podría estar relacionado con el comienzo de los trabajos: un Mercedes que circulaba a media mañana por la avenida de Alfonso Molina chocó con un pedrusco que se encontraba en medio de la calzada, a la altura de la avenida de San Cristóbal. La piedra dañó los bajos del vehículos, que quedó sobre la calzada perdiendo fluidos. Su conductor, un jubilado, explicó que había visto la piedra, pero que siguió adelante por miedo a que un volantazo brusco pudiera acabar en un alcance. Es posible que el pedrusco cayera de un camión de la obra, pero la Policía Local afirma que es imposible confirmarlo.
Un informe Ineco (la empresa pública de ingeniería y consultoría del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible), que se adjunta al proyecto de ampliación, señala que el 54% de los accidentes que se registran al año en la vía están relacionados con su estado. Esto en el caso de los siniestros con víctimas, mientras que en los que no hubo que lamentar heridas, las deficiencias en la infraestructura son responsables del 55%.
Los trabajos eliminarán los cruces entre coches que provocan a menudo alcances junto a la AP-9
Pero el 39,5% de los accidentes con víctimas se producen por los alcances, y esto se debe a un error humano: el de no mantener la adecuada distancia de seguridad entre los vehículos. Pero el propio Ineco reconoce en su informe que esto se deba a las congestiones endémicas en la AC-11 en hora punta, congestiones que a partir de ahora se harán mucho más habituales. Otro tipo de accidente que se puede esperar que se incremente con motivo de las obras son las colisiones múltiples, que suponen el 11,6% de las que se producen en Alfonso Molina, debido a las caravanas.
Ante esta situación, el único remedio, además de la prudencia, es emplear siempre que esa posible otras vías de acceso. Por ejemplo, la Tercera Ronda o, en el caso de Oleiros, el municipio del área que más tráfico genera hacia A Coruña por el puente de A Pasaxe, el de la avenida del Ejército. Pese a todo, los embotellamientos se volverán mucho más frecuentes durante estos dos años. Esto, sin contar las molestias que van a sufrir los barrios que se encuentran a ambos lados de la AC-11, como Matogrande o la Segunda Fase de Elviña, que tendrán que soportar el ruido de las obras además del ya habitual ruido del tráfico.
No hay que olvidar que se trata en realidad, de dos proyectos: el de remodelación y el de la ampliación. El Mitma adjudicó hace casi un año (el 23 de noviembre de 2023) las obras de ampliación, las más importantes, por 18,3 millones de euros y su objetivo principal no es tanto aumentar la capacidad de la vía como mejorar su seguridad, para reducir estos alcances continuos de los que se registran varios a la semana.
Con ese objetivo se van a minimizar los “importantes movimientos de trenzado existentes”, que se generan especialmente en horas punta entre los nudos de la AP-9, el nudo de Matogrande-Pocomaco y el nudo de Ponte da Pedra-San Cristóbal. Estos trenzados (como los técnicos denominan a los movimientos entre carriles cruzados) son los principales causantes de las retenciones de tráfico, congestión, ruido y contaminación.
La movilidad sostenible se incluirá con vías ciclables y recorridos peatonales a ambos lados de la calzada
La solución son nuevas vías de servicio laterales en ambos sentidos de circulación que permiten reordenar los accesos existentes, siendo necesario reponer las dos pasarelas peatonales afectadas que cruzan la avenida. Además, se completará el movimiento del enlace de Ponte da Pedra hacia la AC-10 (puerto) y el barrio de Matogrande desde el centro de la ciudad.
En cuanto al proyecto de integración ambiental de la avenida de Alfonso Molina, su presupuesto se estima en 4,5 millones de euros para las obras y otros 1,5 millones de euros de inversión en expropiaciones y asistencias técnicas. Está prevista su financiación a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).
En este caso, se trata de convertir los bordes de la avenida en una zona más apropiada para el tránsito de los peatones y de ciclistas, de manera que Alfonso Molina deje de ser terreno casi exclusivo de los vehículos a motor. Esto se conseguirá con nuevas y continuas sendas, vías ciclables, plantaciones y pantallas vegetales, así como la incorporación de una nueva pasarela peatonal proyectada sobre el vial Matogrande-Pocomaco que facilitará el acceso hacia la universidad. También se reubicarán las paradas de bus aumentando la seguridad y fluidez del tráfico o la ejecución de nuevos viales que posibilitan la realización de nuevos movimientos y accesos.
Todo eso queda en el futuro. El presente son los accidentes y los atascos y lo seguirán siendo mucho tiempo. Igual que los vecinos de Oleiros han tenido que soportar durante tanto tiempo las obras en Solymar en nombre e una mejor movilidad metropolitana, ahora es el turno de los coruñeses. Todo sea por conseguir que los cerca de 120.000 vehículos que entran y salen a diario lo hagan más seguros.
CIFRAS |
9.025 metros cúbicos de excavación en roca con cemento expansivo se van a realizar como parte de las obras de Alfonso Molina |
18,3 millones de euros es el presupuesto de las obras de ampliación y remodelación de la avenida, que se prolongarán durante dos años como mínimo |
9.832 metros cuadrados de tierra vegetan en taludes y zonas verdes incluidas en las actuaciones medioambientales de la obra de remodelación |
13,8 accidentes por kilómetro al año se producen en la avenida de Alfonso Molina, según los informes del Ministerio de Transportes |
70 kilometros por hora será la velocidad máxima por la que se podrá circular por Alfonso Molina tras un acuerdo al que se llegó con la Marea Atlántica |