En un mundo en el que poco a poco las tecnologías pasan por encima al juego tradicional en el ocio de los jóvenes, el profesional de trompos (peonzas) Omar Pule Luna (Acapulco, México, 1985) tiene el objetivo de evitarlo. Y es que, el que fuera campéon internacional en 2009 aterrizó en una nueva ocasión en A Coruña para exhibir su dominio y, sobre todo, demostrar que la vida es más que “ordenadores y celulares”. Lo hace en la exposición ‘Ssszzziúuu, la melodía de las buxainas’, ubicada en la sala municipal de exposiciones Salvador de Madariaga y organizada por el coleccionista Luís Ramas en colaboración con el Ayuntamiento y dirigida al alumnado de todos los niveles educativos, tanto de A Coruña, como de alrededores, hasta el próximo 2 de mayo.
¿Cuándo comenzó su pasión?
Mi pasión nace cuando yo tengo ocho años. Es ahí cuando mi abuelo me hace un trompo a mano, con la madera de un árbol muy común allí donde vivía, el mezquite. Un día llego al colegio con las canicas y veo que todo el mundo está jugando trompos. Es ahí cuando le digo a mi abuelo, triste, que ni tengo ni sé jugar trompo. Después, se subió al árbol, corto una rama y lo empezó a hacer. Él fue el que me enseñó a jugar. Desde ahí hasta hoy.
¿Existe tradición en México?
Sí. En México existen muchas empresas que se dedican a hacer trompos. Aunque el trompo a México llegó por medio de los españoles, hace unos 500 años. En Europa tiene mucha más historia.
“Para poder llamar la atención de los niños, necesitas hacer unos trucos que les impacten y que no vuelvan a coger el móvil
¿Cuándo se dio cuenta de que podía ganarse la vida con la peonza?
Yo participé en un programa muy famoso en México que se llama ‘En familia con Chabelo’. Ese programa salía todos los domingos en los últimos cuarenta años. El premio a ganar era una bicicleta y, sobre el año 1994, decidí participar y, por suerte, gané. Sin embargo, no cambió nada. Seguí con mis estudios y me puse a trabajar. Es cuando me quedo sin empleo cuando buscando en el periódico me aparece una oferta para jugar trompos. Me presenté por la curiosidad, y hasta la fecha.
¿Cuál es su labor?
Ahora trabajo en una empresa que se llama Trompos Cometa y que me lleva a diferentes ciudades para divulgar y enseñar con el fin de que no se pierda este juego. Nuestra labor es primero visitar colegios en una campaña que suele durar unas diez semanas. Primero, hacemos una demostración gratuita, un taller de enseñanza, y luego por las tardes, en parques y plazas, solemos hacer otros talleres más enfocados a la competición, donde los niños, e incluso padres y abuelos, pueden aprender a utilizar el objeto y ver cómo funciona. Normalmente siempre nos encontramos con que algún padre o abuelo recuerda cuando de pequeños jugaban y se crea un ambiente muy bonito y, sobre todo, una afición para los niños. Para ellos es un juego nuevo, aunque en realidad es demasiado viejo. Nosotros pretendemos que los niños se despeguen de los ordenadores y celulares y aprendan un juego muy bonito. Ahora necesitas hacer unos trucos que les impacten para poder llamar su atención.
¿Hace cuánto que no compite?
Yo participé hace bastantes años en varios torneos tanto nacionales como internacionales. El último que gané fue en 2009, un torneo internacional que se celebró en Tijuana. Había participantes de todos lados, pero no es como ahora. No había tanta difusión, era algo más aficionado. Por eso digo que más que campeón soy demostrador. No es lo mismo jugar que poder enseñarle a un niño a dominar la peonza.
Ahora, regresó a A Coruña.
Sí. Ya he venido otras ocasiones. Ahora vengo con motivo de la exposición ‘Ssszzziúuu, la melodía de las buxainas’. Me invitan para poder dar unas pequeñas exhibiciones en la sala. La muestra es muy completa y gracias a que Luís Ramas expone las peonzas de su colección, la hace única.