Hace diez años y una semana que desapareció el poblado de Penamoa, el llamado “supermercado de las drogas del noroeste”, motivado por la construcción de la Tercera Ronda. La efeméride viene especialmente a cuento porque se está ultimando la desaparición de otro poblado chabolista, el de A Pasaxe, del que solo queda un residente, con sus hijos, que se niega a abandonarlo. En los dos casos, los servicios sociales municipales se encargaron de realojar a los chabolistas en pisos de alquiler. El objetivo es que se integraran totalmente pero, a día de hoy, de las poco más de 30 familias realojadas (de un total de 121) casi la totalidad permanece en los mismos pisos de Caixa Galicia que les buscó el Ayuntamiento a través de Emvsa y aún dependen de los subsidios. Aun así, la Concejalía de Bienestar considera la experiencia un éxito, a pesar de todo.
“La valoración que nosotros hacemos es positiva porque fue un trabajo brillante –señala la actual responsable del área, Yoya Neira–. Hemos tenido un nivel de éxito importante porque muchas de esas familias desde aquel momento, ellos y sus hijos, han mantenido una vida independiente y normalizada, con inserción laboral”. Neira, que defiende el trabajo realizado por la entonces concejala socialista de Servicios Sociales, Silvia Longueira, reconoce que a “una parte” de esas familias se les sigue dando soporte a través de la vivienda y las ayudas. “Sí, es verdad”, remató.
Para Neira, no existe diferencia entre aquellos antiguos pobladores de Penamoa y cualquier otra persona que pueda experimentar dificultades. “El éxito en Servicios Sociales es difícilmente cuantificable, porque estamos hablando de al vida de personas”, apuntó. Considera que han conseguido un porcentaje “alto”. “Sus hijos han ido al colegio, ya trabajan a día de hoy”, explica. Para ella, eso significa que se ha conseguido la normalización, aunque sus padres sigan subsistiendo gracias al apoyo público pasados diez años y pueden pagar el alquiler gracias a ayudas públicas como la Rissga o el Ingreso Mínimo Vital.
Este hecho, que los realojados sigan siendo dependientes, no puede ensombrecer, en opinión de Neira, la labor realizada: “Era un poblado muy complejo. En primer lugar, por el alto número de unidades familiares que allí convivían. En segundo lugar, por la conflictividad de un importante número de unidades familiares. Y en tercer lugar, por la coyuntura de aquel momento. Diez años después, los Servicios Sociales dan soporte a ‘x’ unidades de convivencia de la misma manera que a cualquier otra familia”.
A Pasaxe es un caso comparativamente menos complicado. Es un poblado donde la droga no arraigó, pero en donde los pobladores, muchos de ellos chatarreros, se fueron a regañadientes por el cambio que implicaba en su modo de vida. Como en Penamoa, el tiempo dirá.