Las devastadoras imágenes que ha provocado la DANA de esta semana en el litoral mediterráneo han hecho saltar todas las alarmas de la sociedad. Este fenómeno meteorológico ha castigado con especial dureza comunidades autónomas como Valencia, Cataluña, Andalucía y Castilla-La Mancha, donde las riadas provocadas por las condiciones climáticas han acabado con la vida de más de 150 personas y causado innumerables daños materiales.
Ante esta situación, y en un contexto en el que el cambio climático provoca fenómenos cada vez más graves y frecuentes, cabe albergar el temor de que estas tormentas causen tantos daños en otras comunidades, incluida la gallega. No obstante, Francisco Infante, delegado de la Aemet en Galicia, aboga por la calma y explica que las probabilidades de que suceda algo así en A Coruña son “ínfimas”.
Eso no implica que no pueda haberlas: “Las probabilidades de que haya una DANA en Galicia son altas. La DANA que ha producido efectos devastadores estos días en el Mediterráneo está también en el resto de España. Está cerquita de Galicia, centrada justo al oeste de Portugal. Que una DANA nos afecte aquí en Galicia es algo habitual. Es mucho más frecuente que nos venga una borrasca típica atlántica, pero pueden afectarnos”, explica. “Lo que pasa es que los efectos que tiene aquí en Galicia no tienen nada que ver con los que producen en el Mediterráneo porque las condiciones son muy distintas. Las consecuencias no son ni mucho menos tan graves, y para nosotros es como una borrasca atlántica normal”, aclara.
Esto sucede, básicamente, según explica Infante, porque en Galicia no se dan las circunstancias necesarias para ello. “Hay varias circunstancias a tener en cuenta. Una de ellas es la orografía. Pero sobre todo, para que la DANA produzca unos efectos tan destructivos como los vistos esta semana, necesita obtener un gran aporte de energía”, comenta.
En el caso del Mediterráneo, esa energía “procedió de las aguas calientes del mar, especialmente a finales de verano y en otoño. Eso no ocurre en el Atlántico, con aguas frías”. La DANA, explica, necesita aguas cálidas.
“Cuando el flujo de aire que produce la borrasca, porque la DANA en el fondo es una borrasca, obtuvo esa energía cuando circuló sobre el mar caliente, se cargó de humedad”, dice. Ese flujo de aire, cuando se movió hacia el interior estos días, “se encontró con la cadena montañosa que hay en el Levante, y ahí se elevó, provocando que la inestabilidad propia de la borrasca se amplificase por el efecto orográfico”. Así, dio lugar a la formación de unas tormentas muy fuertes, que descargaron las precipitaciones y formaron las riadas que provocaron los efectos que hemos visto. “Eso en Galicia no sucede, porque las temperaturas son mucho más frías, y por tanto no hay ese aporte de energía”, dice Infante.
Preguntado sobre los efectos del cambio climático, que han salido a la palestra por su posible implicación en la creación de estos fenómenos, Infante asegura que el calentamiento global contribuye a “amplificar” las condiciones adversas. “El cambio climático supone un aumento de la temperatura, tanto del aire y de la atmósfera como del océano. Y eso hace que tengamos una cantidad de humedad mayor en el aire. Por tanto, hay más humedad en la atmósfera, y más energía”, dice.
“El cambio climático es un amplificador de una situación ya de por sí severa: hace que los fenómenos sean más adversos”, asegura. “Como hay más energía en la atmósfera, es también probable que se produzcan con más frecuencia. Y además hay otra circunstancia que se está empezando a observar: que cada vez estos fenómenos se producen más en sitios donde antes no sucedían”, lamenta. Es decir, que si bien todavía hay que estudiar qué porcentaje de la culpa de esta DANA se puede otorgar al cambio climático, lo cierto es que resulta difícil prever qué otros fenómenos podrá causar el calentamiento global en el futuro.