Era sábado, pero no uno cualquiera. El 21 de enero de 1981 se convirtió en una fecha marcada para siempre en el calendario de A Coruña. Ese día Marcelino González y su equipo hicieron historia con el primer trasplante realizado en Galicia, una intervención llevada a cabo en el hospital antiguamente llamado Juan Canalejo. Más de cuadro décadas después y con motivo del Día Nacional del Trasplante celebrado este miércoles, el urólogo recuerda con orgullo aquella primera operación que permitió situar a la comunidad gallega entre los líderes mundiales.
“Decidimos elegir el sábado porque era cuando los quirófanos no trabajaban. Solamente estábamos nosotros en la planta. Es verdad que estábamos un poquito nerviosos y teníamos miedo, pero no se nos podía pasar por la cabeza que saliera mal”, recuerda el exjefe de Urología del Chuac.
Él lideraba el equipo por su experiencia previa. Ocho años antes de llegar al hospital coruñés había estado en La Paz en Madrid, donde hacía con frecuencia trasplantes experimentales con perros. Aquel 21 de enero, le acompañaron en el quirófano el médico José García Buitrón, su mano derecha, un anestesista y ‘las Pilis’, tres enfermeras “extraordinarias”.
Ese día de 1981 cambió la vida de un joven ferrolano, que pudo recibir un riñón de su padre. “Entonces en España se hacían muy pocos trasplantes y cuando se nos ocurría pedir un órgano de una persona que había fallecido, la gente nos miraba muy mal y nos decía: ‘Pero ¿qué dice usted? ¿Cómo le va a sacar los riñones?’. Nos dimos cuenta de que solamente podíamos hacerlo de donante vivo”, cuenta González.
La familia respondió muy bien, ya que el joven estaba en diálisis y ya habían oído hablar de esa posibilidad. Pero eso no era lo habitual en aquel entonces, asegura el especialista. “Fui a hablar con la condesa de Fenosa, doña Carmela, y le expliqué lo que era un trasplante. Necesitábamos que la gente estuviera informada de que los órganos podían servir para que otras personas vivieran. Evidentemente no era momento de explicárselo cuando había fallecido su padre, su hermana o su hijo. Tenían que saberlo antes. La condesa se hizo cargo del coste de la campaña de información”.
“Fui a hablar con la condesa de Fenosa, doña Carmela, y le expliqué lo que era un trasplante. Necesitábamos que la gente estuviera informada"
Pero la condesa de Fenosa no fue la única comprometida con la causa. “También fui a hablar con nuestro presidente entonces, Gerardo Fernández Albor, que además era cirujano. También se ofreció a subvencionar la campaña”, recuerda.
González ya está jubilado pero lleva muchos trasplantes a sus espaldas. “Recuerdo otro que también me causó una impresión especial, porque fue un trasplante entre hermanas. Me acuerdo que la mayor me dijo: ‘Doctor, le voy a pedir un favor. Cuando le haga el trasplante a mi hermanita pequeña, póngale los pendientes porque no tiene agujeritos’. Fíjate qué cosas más curiosas ocurren y que sigo recordando”, celebra.
Como esta hay mil historias porque donar órganos es darle una segunda vida a otra persona. La prueba es que más de 40 años después de aquel primer trasplante, el Chuac bate máximos históricos año tras año. En 2024 realizó 309 intervenciones y el total desde 1981 supera las 7.500.
González pone el foco ahora en el siguiente escalón, los xenotrasplantes, donde él ya dio el primer paso, de nuevo junto a Buitrón. “También fuimos a junto la condesa y le explicamos qué era trasplante entre distintas especies y volvió a correr con los gastos. Había que traer cerdos transgénicos que solamente había en Inglaterra. Fuimos el primer hospital de España que hizo ese programa experimental y esa fue nuestra última contribución”.