Aún persisten en la geografía coruñesa los edificios que quedaron a medio construir debido al estallido de la burbuja inmobiliaria y que se han convertido en muchos casos en una fuente de problemas, acumulando basura, acogiendo sin techo y, en algunas ocasiones, siendo el escenario de incendios. En total, quedan una docena de estos edificios en pie. Sin embargo, la reactivación del sector del ladrillo también les alcanza a ellos, y fuentes municipales aseguran que los proyectos de mayor tamaño se están poniendo en marcha. A pesar de ello, fuentes municipales apuntan a que no se podrá solventar el problema antes de que acabe el mandato.
No hay que olvidar que ya durante el mandato de la Marea se habían contabilizado 14 de estos “esqueletos”, sin que se pudiera avanzar en su erradicación. Algunas de las licencias caducaron, pero otras se renovaron. Un ejemplo de ello es el inmueble del número 69 de la ronda de Nelle y que abarca prácticamente toda la manzana, al que han vuelto los obreros y que durante mucho tiempo causó problemas en el vecindario: la lluvia había llenado el hueco del aparcamiento subterráneo, creando un lago de agua estancada en el que proliferaba los mosquitos. Además, había sido allanado en varias ocasiones por sin techo, que dormían en su interior y que más de una vez provocaron incendios. Ahora Anella Coruña vuelve a ser un proyecto para 59 viviendas de entre uno y cuatro dormitorios.
El del número 69 de la ronda de Nelle es uno de los cinco proyectos de mayor tamaño que seguían paralizados, como el que se encuentra en Vioño o en Los Rosales, grandes estructuras de cemento al desnudo. Hay otros dos que están en marcha, otro ha pedido la licencia y el quinto se encuentra en una situación más complicada, puesto que su caso sigue en los juzgados.
Otros casos son más complicados, como es el del esqueleto de A Fontenova, en el número 376 de la avenida de Finisterre. Es uno de los mayores de la ciudad, y ha sufrido toda clase de problemas, como la ocupación por parte de chabolistas procedentes de Penamoa cuando se les expulsó del poblado. La Sareb o “banco malo”, trata de reimpulsar el proyecto desde hace años. Son 134 pisos y dos locales construidos en un 25 por ciento.
Otras estructuras son de menor tamaño, pero no por ello menos llamativas, como es el caso de la que se encuentra en la plaza del Padre Rubinos y que supera en varios pisos a los edificios adyacentes.
El volumen de los edificios es uno de los rasgos de los proyectos que tienen que adaptarse a los criterios de la Concejalía de Urbanismo, pero habrá pocos que no puedan hacerlo. La demolición es un amenaza que parece que no se concretará en casi ninguno de los casos.