El problema de la vivienda no cesa en A Coruña y los números siguen presionando a los ciudadanos. Según el último informe de la plataforma inmobiliaria Fotocasa, si en 2010 el valor del alquiler de un piso de 80 metros cuadrados era, de media, de 551 euros, este ha ido escalando hasta alcanzar los 928 euros en la actualidad. En 2020, en plena pandemia, el coste era de 693 euros. Es decir, en tan solo cinco años el alquiler ha subido un 33,9%.
La incesante escalada de los precios deja a los jóvenes como los más perjudicados, pero ya no solo por la cuantía de los contratos, sino por situaciones que, en muchos casos, ni ellos mismos se explican: “Fui rechazado por ser camarero pese a entregar toda la documentación necesaria”, señala Francisco Pulido, de 33 años. El contexto en la urbe se puede resumir de forma sencilla: el coste del alquiler no toca techo y el Ayuntamiento avanza en la solicitud para obtener la declaración de zona residencial tensionada, una medida a la que la Xunta se opone.
El Gobierno autonómico rechazó hace meses declarar toda la ciudad como zona tensionada, aunque se abrió a hacerlo por zonas. Mientras, los jóvenes ven cómo cada vez es más complicado acceder a una vivienda, ya sea en propiedad o bien en régimen de arrendamiento.
El mercado actual excluye, según un informe de 2024 de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), al 88% de los menores de 35 años. “El acceso a la vivienda por parte de los jóvenes, tanto en compraventa como en alquiler, sigue siendo el centro de preocupación de todos los agentes económicos que componemos el sector inmobiliario gallego. Por esto mismo debemos adaptarnos al nuevo escenario que se produce con un marco económico complejo”, indicaba entonces el presidente de la patronal inmobiliaria, Benito Iglesias.
Fegein, a su vez, lleva años denunciando la inseguridad jurídica que sufren los propietarios, cuyo miedo a que su piso sea okupado ha ido en aumento. Este escenario genera situaciones en las que los jóvenes ven denegado un contrato de alquiler por motivos que no comprenden.
Este es el caso de Pulido, quien, en su búsqueda de piso, cuando parecía que solo quedaba por firmar el contrato y ya había superado todos los requisitos que se demandaban, su profesión se convirtió en su condena: “Fui rechazado por ser camarero a pesar de haber entregado toda la documentación junto a un aval. Las palabras que recibí fueron ‘no admitimos camareros’”, explica.
Pulido señala que la sensación que se llevó fue “horrorosa”. “Si ya está complicado el hecho de conseguir un piso y que accedes a pagar precios desorbitados, si además metes el añadido de que ser camarero es un impedimento para alquilar, apaga y vámonos. Para personas como yo es un imposible”, añade.
Este joven indica que no solo entregó toda la documentación requerida, sino que, además, adelantó un mes de fianza en efectivo y aportó los datos del aval. “Reservé el mes del piso, di 675 euros en efectivo, hice la reserva, aporté mi nómina y cuando tocaba la hora de concretar cuándo entraría en el piso, me dijeron que no querían camareros”, concluye.
La urbe se unirá este próximo sábado, 5 de abril, a la primera manifestación estatal para “acabar con el negocio de la vivienda”. Convocada por sindicatos de inquilinos de toda España, la organización del Sindicato de Barrio de A Falperra-Os Mallos organiza desde hace semanas la marcha, que partirá a las 12.00 horas de la plaza de Ourense.