Reportaje | El hombre que convierte en ‘peixes’ la madera que devuelve el mar

Reportaje | El hombre que convierte en ‘peixes’ la madera que devuelve el mar
Bataneiro trabajando en O Portiño | Quintana

Lo que viene del mar, en mar se convertirá. El escultor Santiago Bataneiro transforma en detallados peces las maderas de deriva que devuelve el mar, sus ‘peixes’, que ahora lucen en negocios, sobre todo de hostelería, de toda Galicia.
 

Alguno lo habrá podido ver, motosierra en mano, trabajando alguna de estas maderas en diversos espacios, ya que asegura que le gusta trabajar al aire libre, junto al mar que le sirve en bandeja su materia prima. En las últimas semanas ha trabajado en espacios como O Portiño o junto a la ría de O Burgo.
 

El artista asegura entre risas que es “escultor de rebote, como Julio Iglesias”. Bataneiro se dedicaba al mobiliario, “a la carpintería y a la decoración de interiores”. Tuvo un accidente que le afectó a un dedo y le complicó el uso de máquinas o cargar peso. “Casualmente, un día me encontré un trozo de madera en la playa y dije: ‘¡Coño! tiene forma de pez’. Así que empezó a darle “más forma de pez”. Se la llevó a casa y la tuvo que dejar “tirada” en su negocio, ya que tiene un taller en la calle de San Sebastián. En un momento dado, recibió la llamada de su mujer: ‘Mira, que dice un señor que cuánto quieres por el peixe’. Bataneiro asegura que estaba sin acabar, pero el hombre era de Huelva y quería volver ya, así “que se lo vendimos, 90 euros, y me dije ‘toca hacer otro’”.

 


 

El segundo llamó la atención de una galería, que le propuso exponerlos. En ese momento, el aumento de las peticiones de sus ‘peixes’ fue exponencial. Cuando tuvo que afrontar la operación de su dedo, decidió hacer tres para poder ir vendiéndolos mientras no podía trabajar, pero el plan tuvo un pequeño giro que no contemplaba: el primer sitio donde los ofreció, Árbore da Veira, le compró los tres de golpe.


Bataneiro se dio cuenta de que había “interés en el asunto” y a él le resultaba “fácil de hacer”, porque era un trabajo que le evitaba usar herramientas de gatillo, “porque tenía el dedo muy mal”. “Empecé, empecé, y se vendieron todos, es más, yo quiero uno para  mi casa y aún no lo tengo”, reconoce entre risas.

 

Aventura y materiales

Toda esta aventura empezó hace siete años, en el 2016, cuando tuvo el accidente. Cuenta con un taller en la calle de San Sebastián, pero reconoce que prefiere el aire libre. No sólo por la facilidad del uso de las herramientas, sino por la posibilidad de cambiar los espacios de trabajo. “La itinerancia es rentable y apetecible”, comenta.

 


 

Explica que hay más de una veintena de sus ‘peixes’ en locales de restauración de toda la comunidad. “Quiero que haya algún tipo de exclusividad, y para eso tienes que ir fuera”, apunta y añade que cuando le piden un pez concreto que está haciendo, el cliente tiene que esperar a que vuelva a realizar esa especie, con el material adecuado y con los tiempos que ello conlleva.


Sobre los materiales, asegura que usa la madera “que tenga”. “Todas son buenas, ninguna es mala, depende de la aplicación”, asegura y añade entre risas que “todo lo que cae al agua tiene forma de pez”. Normalmente usa maderas deshidratadas, sobre todo cuando son para restaurantes, porque “no pesan” y así, si los clientes la tocan y se cae, hay menos riesgo de que rompan. 

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