Como todos los lugares del mundo, la historia de A Coruña está llena de pequeños gestos que dan forma a lo que puede contemplarse en la actualidad. En este sentido, las respectivas curiosidades que siguen, extraídas de los Libros de Actas a lo largo de la historia de la ciudad, supusieron un cambio en el desarrollo de la misma.
Ese avance es resultado de un conjunto de decisiones que debieron tomarse y cuyo carácter relevante afectó a la vida de los ciudadanos de la urbe en el momento de aquella época que les tocó vivir.
Empecemos por el principio. Estamos a 3 de abril del año 1895. Ese mismo día, se da cuenta de una instancia de Eusebio da Guarda, en la que el empresario y filántropo coruñés expone su propósito de construir un edificio para escuelas que debe quedar, eso sí, a disposición del municipio herculino.
Además, don Eusebio pone como condición que se utilice siempre para el objeto propuesto y señala como punto para el emplazamiento del mencionado edificio las inmediaciones del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza.
Así se determina en los datos que acompaña y que suscribe el arquitecto Faustino Domínguez, quien pide que para la realización del proyecto se obligue a la Corporación a expropiar algunos edificios y terrenos.
De esta manera, el arquitecto municipal propone en un informe de la Comisión Especial de Ensanche las cinco propuestas siguientes: 1. Aceptar la oferta del señor da Guarda, en las condiciones y con los compromisos en que la hace; 2. Se le agradezca el gesto y se le reitere, nuevamente, el profundo reconocimiento del pueblo de La Coruña y, en su nombre, el Cuerpo municipal, por unos actos que le enaltecen; 3. Aprobar la construcción de la obra, conforme con las líneas y planos que forman el proyecto; 4. Reconocer y declarar la obra de utilidad pública para que se pueda proceder a expropiar lo que sea necesario, para que la construcción pueda llevarse a cabo según se propone en la instancia del señor da Guarda; y 5. Todo ello ha de ejecutarse previo informe de la Comisión Especial de Aguas. Respecto a este particular, el Ayuntamiento, acordó por unanimidad aprobar en todas sus partes, el informe de la Comisión.
Empieza el trabajo
Burocracia de por medio, llegamos así al 18 de diciembre de 1895. El proyecto ideado por Eusebio da Guarda ya está en marcha. En este momento, tras un escrito presentado por la mencionada Comisión de Aguas, se considera oportuno proponer que el lavadero público del Caramanchón, se traslade a la explanada del Orzán y al terreno que existe a continuación de la casa ubicada en el número 46 de la calle Cordelería, dejando entre ambos edificios, una calle de tres metros, que comunique la expresada de Cordelería con el Arenal del Orzán. Finalmente, el Ayuntamiento acuerda por unanimidad que se apruebe lo propuesto por la Comisión de Aguas en su informe se proceda a trasladar el lavadero al lugar indicado.
Damos un salto en el tiempo, Estamos ya en el 20 de marzo de 1897. A las diez de las noche de ese día la Corporación coruñesa se entera del fallecimiento de don Eusebio da Guarda, acaecido en esa misma tarde. Así, el Consistorio manifiesta su pésame ante el acontecimiento, señalando, a su vez, el dolor que habrá de producir al pueblo de La Coruña, la sensible e irreparable pérdida y reconoce, asimismo, el deber en que se halla de tributar a la memoria de aquel esclarecido gallego, el homenaje de gratitud, cariño y respeto, por los beneficios que tan generosamente había dispensado a la ciudad.
Más infraestructuras
No obstante, no serán estas las únicas muestras de gratitud que deba trasladar el Consistorio herculino por asuntos relacionados con las nuevas infraestructuras propuestas para la ciudad.
Un año y unos meses después del óbito de Eusebio da Guarda, el 15 de junio de 1898, el Ayuntamiento acuerda –a petición del concejal Teijeiro– tributar un voto de gracias al Diputado a Cortes, Juan Fernández Latorre, por haber sido aprobado, debido a sus gestiones, el proyecto de ley por el que se incluyen en el plan general de carreteras del Estado algunas de las vías de la ciudad. En concreto, se beneficiarán del proyecto legislativo las carreteras de circunvalación de la ciudad, partiendo de la Dársena, por el Parrote, Hospital Militar, San Francisco, Maestranza, Pelamios, Península de la Torre, Orzán y Riazor, para terminar enlazando con la de San Pedro.
El concejal Teijeiro vuelve a hacer acto de presencia ese mismo día con una moción que aprueba el Ayuntamiento relativa a sustituir el alumbrado mediante gas por el eléctrico en la Casa Consistorial y sus dependencias.
Tan solo dos semanas después, el 30 de junio de 1898, el regidor de la ciudad informa a la Corporación de un telegrama de Fernández Latorre recibido el día 25 en el que se informa de la cesión de la batería de Salvas al Consistorio a cambio de que éste ceda a Guerra el Cuartel de Caballería. Después de ello, a petición de Iglesias Pacio, se resuelve dar un voto de gracias a Fernández Latorre por la concesión que se trata, su iniciativa e interés por la población de la ciudad.