Mucho antes de que estallara el problema de la vivienda, la principal cuestión urbanística era el estado de los edificios que salpicaban la ciudad. En todas partes, sin importar el barrio, era posible encontrarse al mismo tiempo edificios a medio construir y otros que estaban cayéndose poco a poco. La Sección de Ruinas de la Concejalía de Urbanismo sanciona a los dueños negligentes que permiten que su propiedad se deteriore, con multas que pueden llegar a ser de miles de euros. Sin embargo, en lo que va de año solo se han impuesto dos, en mayo, lo que fuentes municipales consideran que es una señal de que el problema de las deficiencias urbanísticas se está solucionando.

Hay que señalar que el número de sanciones nunca ha sido muy alto. Normalmente, en torno a diez, y en muchos casos a propietarios reincidentes. Algunos inmuebles han llegado a acumular media docena de sanciones, que van en crecimiento desde los mil euros, la menor. De casi 60 sanciones que los técnicos municipales han impuesto desde 2019, casi un tercio han sido a ruinas. El resto, a edificios que presentaban deficiencias graves.

Continuos problemas

Durante mucho tiempo, los inmuebles en mal estado han sido una fuente de problemas y peligros para los coruñeses. En días como estos, en los que soplan fuertes vientos por un temporal, suelen desprenderse cascotes o cristales a la calle. Además, acaban convirtiéndose en un foco de insalubridad cuando se llenan de basura o de ratas y afectan a los edificios colindantes con humedades, por ejemplo. Esto sin contar los problemas derivados de las intrusiones cuando están vacíos y aprovechan para ser okupados. A veces llegaban a declararse incendios por este motivo.

Estos problemas suelen alargarse durante años. Normalmente, las sanciones vienen dadas por una denuncia de los vecinos, o después de una intervención de Bomberos. Entonces, el técnico de Ruinas del Ayuntamiento visita la propiedad y la inspecciona.

Algunas de las multas superan los seis mil euros. Lo máximo que se ha sancionado en los últimos cinco años ha sido diez mil euros. Una, en dos ocasiones, a un edificio de la Ciudad Vieja, que estaba muy deteriorado, y otra a un inmueble en la zona de O Parrote, que presentaba severas deficiencias.

Pese a todo, las multas no han sido la solución del problema urbanístico, incluso las de monto más elevado, porque muchas veces los propietarios simplemente no las pagaban, o eran difíciles de localizar por las autoridades.

El disparatado precio de la vivienda ha incentivado que se rehabiliten los edificios que hasta ahora permanecían en estado de abandono por no ser rentables reciban una nueva vida. Sin embargo, eso no resuelve el problema actual de escasez de vivienda.