Más de 23 años han pasado desde el estreno de la primera película de la saga de Harry Potter, ‘Harry Potter y la Piedra Filosofal’. La ilusión de niños –y no tan niños–, que se veía inmersa en un mundo mágico en el que todo era posible, aún perdura a día de hoy en muchas de las ciudades de los diferentes países del mundo.
La Tienda Que No Debe Ser Nombrada de A Coruña es uno de los frutos del furor que despertó una saga que ayer pareció por unas horas estar ambientada en la urbe herculina. Y es que Sean Biggerstaff (Glasgow, 1983), actor que interpretó al capitán del equipo de quidditch de Gryffindor, Oliver Wood, aparcó ayer la escoba en el barrio de Cuatro Caminos para llenar, por unas horas, de magia la ciudad.
El que un día enseñó al mismísimo Harry Potter a jugar al quidditch y posteriormente convertirse en el mejor buscador de todo el mundo mago aterrizó en A Coruña, aunque, por la climatología, bien podía ser su Escocia natal. “Vine aquí por el mal tiempo, aunque en realidad hoy hace mejor tiempo en Escocia”, expresó entre risas el actor.
Sin embargo, el frío y la lluvia no fueron un impedimento para que más de 250 personas hicieran cola a las puertas de la entrada de la tienda ubicada en Castro Chané, incluso horas antes de abrir.
Y es que, la llegada del intérprete de Oliver Wood llamó la atención de algunas personas de Sevilla, Madrid o Gran Canaria, que aseguraron haber venido expresamente para este evento. De hecho, una pareja incluso cruzó el Atlántico desde Puerto Rico para poder acudir a la cita en A Coruña.
Han pasado más de veinte años desde que Bigerstaff debutó en Harry Potter y, todavía, el ‘fandom potterhead’, los fans de la serie, sigue presente en cada esquina de cada ciudad del mundo. El éxito de la saga, para el actor, “era evidente”. “Estaban bastante seguros de que iba a ser algo bastante grande.
Obviamente, los libros habían sido un éxito sin precedentes para los niños, pero sí, incluso, no teníamos ni idea de lo exitosos que iban a ser. Luego, con las películas, creo que fue la franquicia más grande de la historia por un tiempo”, apuntó.
Aun así, el capitán de Gryffindor no puede esconder su asombro al ver como, a pesar de que “hay más lugares como este ahora que hace quince años, nadie lo podría haber esperado porque nunca antes había sucedido, quitando Star Wars y The Beatles, por supuesto”, comentó.
Sobre su primera escena, aún recuerda cómo la prepararon alejados de los enormes decorados Chris Columbus (director) y Daniel Radcliffe (actor de Harry Potter). “Fue una escena bastante sencilla, simplemente nos pusimos a rodar. Todas las personas que conocí ese día –algunos de ellos siguen siendo amigos hasta el día de hoy– eran grandes colegas, y creo que hicimos justicia al material”, expuso el intérprete.
Aunque no todo fue tan sencillo. “La bludger (una de las pelotas del Quidditch) era una auténtica bola de hierro fundido. Al día siguiente, después de hacer todas las tomas de lucha para devolverla a la caja, estaba cubierto de moratones por todo el pecho. Así que ese día también sufrí por mi arte, supongo”, bromeó.
Y es que los partidos de quidditch siempre fueron uno de los momentos más impactantes de cada una de las películas de Harry Potter, aunque rara vez Gryffinddor no ganaba. No obstante, Sean Biggerstaff, a pesar de ser la pieza clave del equipo rojo, deja claro que no todo es lo que parece.
“Pasas doce horas en un hangar de aviones frente a una pantalla azul para conseguir una toma de siete segundos. Mientras lo estás haciendo, no tienes la experiencia del tipo de emoción que hay en la escena final. Es es un artefacto del proceso de edición”, explicó.
Edición o no, Sean Biggerstaff siempre podrá decir que enseñó –bajo el personaje de Oliver Wood– a Harry Potter a convertirse en uno de los mejores jugando al Quidditch.
Y es que, el que durante unos años desempeñó en el campo la demarcación de guardián dentro del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, considera que en la vida real se le daría fatal el juego. “Supongo que tal vez sería buscador –como Harry–, parece menos violento”, concluyó.