Resulta un vicio irresistible convertirse en un guiri de manual y protagonizar en primera persona todos esos clichés. En la maleta de vuelta acaba por aparecer siempre un souvenir o recuerdo de toda la vida, innecesario pero irrenunciable. Son pequeñas piezas sin una utilidad clara, con un motivo tópico y el nombre del lugar que acabamos de visitar. Con suerte, acaban a modo de improvisada sala de trofeos en una estantería.
Pero, ¿dónde compran los que visitan A Coruña? Son solamente tres y se localizan en un radio de apenas 200 metros los comercios exclusivamente de recuerdos para aquellos que arriban a la ciudad. Probablemente, se trata de las tiendas coruñesas que menos visitan los coruñeses.
Desde el año 2007, con acceso tanto a través de La Marina como de María Pita, Breogán ostenta la pole position para los cazadores de recuerdos. Todo lo que se pueda imaginar con el nombre de A Coruña impreso se puede encontrar en la tienda de Mercedes García. La suya, en Santiago, sería una entre tantas propuestas idénticas en la zona vieja. Sin embargo, en la capital herculina es un producto diferencial. “Santiago es la capital y la ciudad más turística, muchos de los que vienen aquí se creen que es una oficina de turismo”, explica. Ni siquiera el boom de los cruceros y los miles de extranjeros que dejan durante unas horas es suficiente para salvar el día. “No comemos solo de ellos, porque no sabes muy bien cuándo les toca venir; si fuera de otra forma a lo mejor a las doce teníamos el día hecho”, apunta la propietaria en referencia al desfase entre los horarios de las escalas y el del comercio.
Siguiendo lo que podría ser la ruta al uso de un recién desembarcado, en la calle de la Franja y camuflada entre restaurantes con olor a marisco Tino regenta desde el 2003 la Pequena Galería. Resulta un local mucho más pequeño, y con una oferta muy similar. Uno de los tripulantes del MSC Virtuosa se interesa por unas pulseras, y pide precio en un amable intento de spagnolo. “No es como antes de la pandemia, pero algo ha mejorado”, admite. Resulta curioso, al igual que en Breogán, encontrar un espacio con toros y folclóricas, más propio de la Feria de Abril que del arraigo coruñés. “Cada vez se vende menos el toro, pero aún me quedan algunos”, indica respecto a los tópicos que traen algunos visitantes.
Apenas cincuenta metros más adelante y en la misma calle, Antonio sostiene desde el 2009 Breogán, un local muy parecido, incrustado dentro de una galería de piedras y en el que algún turista tuvo un pequeño lapsus a la hora de identificar el tipo de negocio. “Lo más curioso que me ha pasado es que me pidieran una compresas, no es el tipo de sitio al que yo iría”, bromea. Al igual que sus dos compañeros de gremio, apunta a los imanes como el producto más demandado, aunque también incluye las postales. “Aún hay gente que las usa”, reconoce. También coincide con sus camaradas en mirar con recelo a la llegada de cruceros, por el tipo de parada que realizan. “No gastan demasiado: Algunos se van a Santiago, otros incluso cogen un bus a Marineda City, solamente hay que ver cómo estamos ahora”, apostilla en medio de la doble escala del ‘MSC Virtuosa’ y el ‘Enchanted Princess’. “Santiago y las Rías Baixas se llevan la mayoría de turistas”, continúa el responsable de la tienda..
Son pocas, casi vecinas y ofrecen productos que, en la mayoría de los casos, pueden pagarse con un billete de diez euros. Sin embargo, pocos pueden decir que exportan la marca A Coruña de forma más constante que ellos, al menos a la puerta de las neveras de muchos de ellos.