La tranquilidad reina en Monte Alto dos meses después de la protesta vecinal en un narcopiso

“Ya no es la alarma que había antes”, señala el presidente de los comerciantes del barrio
La tranquilidad reina en Monte Alto dos meses después de la protesta vecinal en un narcopiso
El número cinco de la calle Washington, donde tuvo lugar la tensa concentración el 6 de febrero | Quintana

Ningún comerciante en Monte Alto se podría imaginar, hace más de dos meses, que sería capaz de afirmar a día de hoy que en el barrio reina la tranquilidad. El comienzo de año en el barrio fue complicado, llegando a asegurar en numerosas ocasiones que no recordaban nada igual. Los pequeños hurtos, robos y amenazas eran, en palabras de los vecinos y propietarios de comercios, diarios. Tanto que algunos comerciantes decidieron abandonar Monte Alto por no poder soportar la situación. 


La tensión estalló el 6 de febrero: más de 200 personas se concentraron frente al número 5 de la calle Washington, convertido en narcopiso. Lo que empezó siendo una protesta pacífica pronto derivó en una realidad que requirió de la mediación policial. Los okupas abandonaron el inmueble ante la presión vecinal que se alargó durante horas. Los días posteriores no fueron más tranquilos: los vecinos, organizados en una especie de patrulla, se alertaban unos a otros sobre los movimientos de los okupas, que buscaban nuevo piso en el que instalarse.


Hoy, 20 de abril, la situación nada tiene que ver con lo vivido en febrero. “Ya no es la alarma de antes”, señala el presidente de la Agrupación de Vecinos y Comerciantes de Monte Alto, José Luis Boado. Los pequeños hurtos continúan, pero “hay más tranquilidad porque esto ocurre en todas las zonas”, indica. El grupo de WhatsApp que crearon los residentes del barrio sigue activo y en la actualidad todavía se alerta de sucesos. Así, “si roban en un sitio, ya están todos avisados”, añade.


Manuel, de la mercería La Ilusión, coincide al afirmar que “notamos más tranquilidad en la calle”. Cree que la presencia de droga se ha “desplazado hacia Santo Tomás y otras zonas como Vilarrodís, por lo que nos han dicho”. Si en febrero decía que la gente ya no salía a la calle a partir de las 18.00 horas por temor a robos o amenazas –llegando incluso a cerrar los comercios antes de su hora– ahora “la gente ya va tranquila. Lo de antes era algo insostenible y nos alegramos de que lo peor ya haya pasado”, sostiene el propietario de la mercería de la avenida de Hércules, la zona más afectada por los hurtos a principios de año.


Los individuos que fueron expulsados de la calle Washington acabaron en un bajo cercano, que es propiedad de uno de ellos. “De allí no se van a mover”, explica un oficial de la Policía Nacional preguntado al respecto. Y no es posible emplear una orden de desalojo.

 

Orden de desalojo

El 6 de febrero, hartos de la aparente inacción de las autoridades, los vecinos habían decidido tomarse la justicia por su mano. Varios vecinos tiraron abajo la puerta del inmueble que señalaban como uno de los puntos conflictivos del barrio. Incluso accedieron a su interior y se encararon con varios okupas que residían en él. Lo irónico es que al día siguiente llegó la orden de desalojo que la Policía Nacional había estado esperando para actuar en el narcopiso de la calle Whashington. Fuentes policiales consultadas señalan este hecho como un ejemplo de que la aparente inactividad de las autoridades no es tal. “A menudo estamos trabajando un punto de venta de drogas durante semanas, y cuando los vecinos realizan estas protestas perjudican el trabajo policial”, se lamentan.  


La tensión vivida en la concentración de la calle Washington nada tuvo que ver con las movilizaciones convocadas con anterioridad en otros puntos de la ciudad en los que se protestó contra la okupación. El antiguo Club Financiero dio el pistoletazo de salida en una protesta organizada por los vecinos del Barrio de las Flores, Matogrande y Elviña. Hace años (en 2021) lo habían hecho en Os Mallos. El 120 de la ronda de Nelle siguió la estela y, después de Monte Alto, la historia se repitió en O Ventorrillo y la Sagrada Familia. 


Este último caso tuvo lugar el pasado viernes, 12 de abril. Cerca de ochenta vecinos se concentraron durante una hora frente al número once de la calle Sagrada Familia para protestar contra la existencia de un supuesto narcopiso. Cacerolas, silbatos y petardos sirvieron para llamar la atención sobre el problema. Aunque el punto de venta de droga lleva cerca de cuatro años allí, los manifestantes aseguran que la situación es cada vez peor, y que ha aumentado la inseguridad.


El caso es insólito: es la primera vez que el traficante de drogas promete abandonar su actividad. Aunque en la carta publicada en las redes sociales reprocha a sus vecinos que se comporten “como cazadores de brujas”, reconoce que se equivocó y promete enmendarse. 

 

La alcaldesa apela a la calma una vez más: “Comprendo el hartazgo”

La alcaldesa, Inés Rey, volvió a referirse esta semana a las protestas vecinales en algunos barrios. Tras lo ocurrido en la Sagrada Familia, la regidora apeló, una vez más, a la calma. “Comprendo el hartazgo pero tomar la justicia por su mano y pretender hacer las labores de la Policía no es el camino”, dijo. Insistió también en que la “competencia” es de la Policía Nacional. “A veces se ponen en riesgo operaciones policiales y judiciales en marcha al actuar por su cuenta”, apostilló la alcaldesa, que hizo hincapié en recordar que las investigaciones son “largas y lentas”. Las actitudes “violentas”, subrayó la regidora, “no son la vía para resolver estos asuntos”. Estas declaraciones siguen la línea de las expresadas por Rey tras lo vivido en Monte Alto. 

La tranquilidad reina en Monte Alto dos meses después de la protesta vecinal en un narcopiso

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