La atracción que generan las ruinas es directamente proporcional a la fascinación e importancia que tuvieron en su día. El caso de Pachá sigue siendo objeto habitual de referencias, ‘batallitas’ y aventuras entre quienes, del año 1987 a 1995, disfrutaron de una de las salas pioneras y punteras en el panorama nacional. El último pase, casi tres décadas después, pudieron disfrutarlo los vecinos de As Xubias. Fue una mirada al pasado antes de luchar por su futuro.
Aún resulta reconocible la imponente piscina exterior, donde se adivinan las universales cerezas del logotipo. Más allá de la panorámica imponente de la bahía, los móviles de todos apuntaron a la antigua terraza, por donde pasearon con algo menos de pelos, muchas más canas, y una vida ya formada. “Aquí es donde mamá conoció a papá”, le confesó una vecina a su hijo, ante la sonrojada mirada del aludido. Fue, quizás, el último gran servicio de Pachá a una comunidad que la tiene en la categoría de mito, a pesar de que buena parte de la población sólo la visitó de oídas.