El centro está reviviendo, a juicio del Ayuntamiento. “Hay interés en rehabilitar el Orzán”, declaró Francisco Díaz Gallego. El concejal de Urbanismo puso como ejemplo la manzana situada entre las calles Alta, Orzán y Cordelería. Hasta hace un par de años, en esa manzana casi todos los inmuebles, que sumaban ocho, se hallaban en ruinas. A día de hoy, quedan dos. “Era muy simbólica”; comentó Díaz, que resaltó el esfuerzo del Ayuntamiento en agilizar las licencias y el interés de los promotores en rehabilitar el Orzán. Gracias a esto, el número de Ruinas se redujo notablemente en los últimos dos años.

El concejal de Urbanismo rindió ayer cuentas sobre el Plan de Ruinas del Ayuntamiento, que incluye subastar ocho propiedades cuyos dueños no han respondido a los avisos municipales. Aunque Francisco Díaz Gallego reconoció lo farragoso del procedimiento, considera que el balance está siendo positivo. De estos otro ocho edificios en ruina seleccionados activaron en tres procesos de subasta, otro obtuvo licencia de rehabilitación sin necesidad de salir la venta forzosa, hay otros dos edificios con informes de viabilidad en la comisión del Pepri (Plan Especial de Protección y Reforma) y el último se halla a la espera de una decisión judicial.

Esperan continuar con el procedimiento, como adelantó Díaz: “Hace unos días anunciamos que Rubine 29, que también está dando problemas, se podría sumar a la lista de ventas forzosas. “La práctica totalidad ya vienen del registro de ruinas que se inició en la época de Paco Vázquez”.  Díaz aseguró que no se ha pedido licencia para pisos turísticos en ninguna de estas rehabilitaciones: “En principio, son para uso residencial normal, porque tendrían que haberlas pedido ya. Orzán 130 y 72 pidieron informes al Pepri para uso residencial. En cuando a San Andrés 140, se plantea un uso turístico hotelero, pero no han presentado un proyecto en firme”. 

Problemas de ruido 

Desde la asociación de vecinos del Orzán, José Luis López, su presidente, reconoce el cambio. “Hace unos años, habíamos contabilizado 48 ruinas”, recuerda. Eso significa menos molestias, como las ratas. “Esa es la parte buena. La parte mala es que el ruido nocturno ha expulsado a los vecinos y por eso los inversores han podido comprar esos edificios muy baratos”, se lamenta. Este problema también ha mejorado con el cierre de veinte pubs en seis años, pero existen todavía un par de locales situados en el Orzán que abren a las seis de la mañana y siguen generando inseguridad. López asegura que allí se consume droga, y que la Policía Local tiene que acudir a menudo. 

También los pequeños bares de la calle Torreiro y la plaza de la Cormelana son problemáticos, porque sus clientes consumen en la calle, generando mucho ruido, hasta 80 decibelios. Por eso la Asociación Galega contra a Contaminación Acústica pide que se retiren las terrazas a las once y media de la noche. Es más, quieren que se copie la legislación del País Vasco, donde está prohibido beber en la calle a partir de las once de la noche y se ha reducido los horarios de bares, cafeterías, pubs e incluso restaurantes.