Todas las culturas tienen su propio Papá Noel, y en el caso de los gallegos es el Apalpador. La Asociación de Vecinos de Monte Alto invitó ayer a esta mítica figura para darla a conocer a los niños en su biblioteca vecinal.
“Es una tradición reciente”, aseguró Xosé Vázquez Romero, presidente de la Asociación de Vecinos, al explicar esta actividad en su segundo año. “Se hace porque es muy divertido para los niños. Además, Papá Noel y los Reyes Magos ya existen. Nosotros intentamos mantener una cosa que está casi en vías de extinción y nos interesa que siga viva”.
La llegada del Apalpador, con su amplia barba roja y la boina negra de un carbonero despertó la curiosidad de los pequeños acostumbrados al traje rojo de San Nicolás. No obstante, este mítico individuo del folclore gallego disipó las dudas al explicar, con ingenio y retranca, que ambos solían coincidir en esta época del año.
El Apalpador contó relatos sobre su recorrido antes del 24 de diciembre. Los pequeños quedaron fascinados a medida que escucharon las historias de este misterioso personaje que nada tenía que envidiar a su versión más reconocible.
En las antiguas leyendas se creía que el Apalpador bajaba durante el solsticio de invierno para comprobar si los niños habían comido bien durante el año palpando sus estómagos. Tras este reconocimiento, les dejaba castañas antes de continuar su mágica caminata.