Ángela Banzas (Santiago de Compostela, 1982) dejó su trabajo de consultora en la administración pública para dedicarse al cien por cien a su pasión desde niña: escribir. Han pasado cuatro años y esta semana presenta su cuarta novela, ‘El aliento de las llamas’, una historia de amor, venganza, misterio y fantasmas donde la mujer es protagonista y que se ambienta en el pazo de Mariñán de Bergondo.
¿Tenía alguna relación previa con el pazo de Mariñán?
No, no conocía su existencia. Todos los pazos en Galicia son una delicia para los sentidos, de hecho un libro que leí buscando inspiración para esta novela fue uno sobre Mariñán titulado ‘Pazo dos sentidos’ y estaba muy bien traído. La piedra, la naturaleza, los olores, el murmullo del agua, no solamente a nivel visual sino también a nivel de oído y el resto de los sentidos, te traslada a otra época. En mi caso, a 1889.
Ha ambientado algunas de sus novelas en la ría de Arousa o en Cortegada. ¿Es la primera vez en la comarca de A Coruña?
La primera, ‘El silencio de las olas’, está ambientada en la provincia, entre Santiago y la Costa da Morte.
En sus obras, hasta ahora, la mujer tiene siempre un gran papel.
Es algo que no hago ni siquiera de forma consciente, es lo que tiene la literatura, que te pones a escribir y te va brotando de dentro lo que, en el fondo, son tus preocupaciones, igual que trabajo siempre el paso del tiempo. Me gusta abordar la figura de la mujer, no solo con perspectiva histórica y de identidad, sino también para apuntalar que queda mucho por hacer y tenemos que seguir trabajando.
Y siempre hay una causa social como trasfondo.
Siempre. Siempre digo que si cada persona pudiera ver hacia su pasado entendería todo lo que tiene delante. Lo cual no deja de ser un ejercicio necesario para profundizar en la empatía, que es justo lo contrario al narcisismo.
¿Qué balance hace, después de 70.000 copias vendidas de sus primeras novelas, de su decisión de dejar su trabajo y dedicarse completamente a la literatura?
Creo que no estoy en el momento de hacer balance, pero a mí esto me llena. Escribo desde siempre y a todas horas. Empecé con la poesía y me encanta leer y pensar. Pienso mucho y creo que tenemos que volver a la contemplación, que decía Aristóteles. A veces me abruma un poco lo rápido que sucede todo a nuestro alrededor, en Madrid si quieres un poco más rápido quizá, y necesitamos un poco de silencio y de pausa. Sin eso no vemos, nos estamos perdiendo mucho. Antes citaba a Bauman, que decía que vivimos en ‘tiempos líquidos’, que vamos siempre persiguiendo el instante en términos económicos, de consumo. Vivimos pensando en qué voy a comprar, a dónde voy a viajar... y yo, siendo de Santiago, no conocía el pazo de Mariñán, y mira qué belleza. Esto son instantes que no se consumen, son instantes que te llenan y que no tienen esa noción económica.
¿Ya está escribiendo cosas que podrán entrar en la siguiente obra?
Ahora mismo no estoy escribiendo otra novela. Esta última novela la escribí en tres meses, ha sido muy poco, porque ese tiempo es lo que yo llamo la producción. Pero anteriormente ya hubo infinidad de notas, cosas que te hacen clic para un personaje, documentación, etc. La novela es un elemento vivo y tienes que acotarla, para mí la parte más sencilla es lanzar un misterio y mantener enganchado con tensión y con suspense. Mi cabeza va muy deprisa, siempre estoy pensando.