Unas semanas después de que las auroras boreales iluminasen de manera sorpresiva el cielo de Galicia, el mar de ardora o ardentía se hizo ver en la ría de Betanzos por segunda noche consecutiva. Así lo indicaron usuarios de redes sociales que, a través de varias imágenes, dejaron constancia a través de sus perfiles de cómo este fenómeno se pudo observar en la costa ártabra sobre todo en arenales de Sada o Miño.
Sin embargo, a diferencia de la primera noche, la segunda noche ha perdido fuerza, según señalan algunas fuentes. La luz ha sido menos intensa, pero aún así se ha podido ver en playas como la de Morazón, en Sada.
El mar de ardora es un fenómeno natural que hace que el agua del mar –literalmente– brille al romper las olas o con los propios movimientos del oleaje, inusual en la ría de Betanzos.
Con todo, para que se dé son necesarias tanto la presencia de organismos bioluminiscentes –peces, moluscos, medusas...– como unas determinadas características geográficas, como es el caso de Galicia.
Además, de acuerdo con las numerosas investigaciones científicas que han analizado este espectáculo durante siglos, también influyen la temperatura del agua, la salinidad o los cambios de estación, si bien es algo extraordinario, más aún en el Arco Ártabro.
Tanto que la Asociación Cultural Mariñeira Os Patexeiros organizó una salida nocturna “para ver a ardentía desde o mar”, entre Sada y Miño. En cuanto a su denominación, viene de ‘arder’, que se refiere al efecto de ver un mar en llamas, lo que les pareció al iluminarse las olas a los vecinos de núcleos como Perbes.
El fenómeno se produce solo unas semanas después de que en diferentes puntos de la geografía gallega se registrase otro de auroras boreales que fue visible a latitudes muy bajas en el hemisferio norte, incluida España, al desencadenarse una tormenta solar geomagnética G5.
Según explicó entonces la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la aurora boreal es un fenómeno de electricidad atmosférica “consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etcétera”. En este sentido, la Aemet aseguró que, al contrario que los fenómenos meteorológicos habituales, se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 kilómetros.
“Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre diez y doce años”, apuntó la Aemet.
“Un sueño hecho realidad”, indicaron numerosos usuarios sobre la magia vivida en los cielos de Galicia. De hecho, tuvieron que pasar más de veinte años para asistir a una tormenta geomagnética G5 “extrema”, ya que la última había sido en 2003.