El MAHI, un museo que va sobre ruedas

El recinto ha cumplido con las expectativas porque por sus 14.000 metros cuadrados de superficie han pasado más de 25.000 personas desde su inauguración, hace justo un año
El MAHI, un museo que va sobre ruedas
Ángel Jove es la personas responsable de que el MAHI albergue piezas únicas | Quintana

“Esa sonrisa que tienes tú ahora mirando ese teléfono móvil es lo que buscamos cuando los visitantes pasean por las salas”. Quién lo dice es José Manuel Pena, guía del Museo de Automoción e Historia (MAHI), que este fin de semana cumple el primer aniversario de su inauguración. A lo largo de estos 365 días, han pasado por sus más de 14.000 metros cuadrados, repartidos en dos plantas, más de 25.000 personas.

 

“Hemos cumplido con creces las expectativas. Han venido escolares, universitarios, mayores y principalmente apasionados del motor”, indica este también coleccionista y restaurador en horas libres, sorprendido de que incluso haya visitas desde Nueva Zelanda.


MAHI es el museo de su clase más grande de España y cuenta con piezas únicas como las que exponen en las salas Pegaso, Hispano Suiza y Mercedes. Precisamente la joya de la corona es un deportivo Pegaso que ni se presta ni se vende. Su valor en el mercado supera el millón de euros


Al nivel de MAHI, en el territorio nacional solo estarían colecciones monomarcas como la de SEAT. “En Europa podría haber cuatro en Bélgica, Holanda y Alemania. Después ya se encuentran a otra altura monomarcas como las alemanas o italianas”, añade Pena, al tiempo que señala el único ejemplar existente de un vehículo construido en la localidad viveirense de Chavín, allá por la década de los veinte.

 

Colaboración con el cine


Pena también destaca la colaboración que, en su momento, mantuvo la Fundación Jorge Jove, propietaria del MAHI, con el sector del celuloide. “Más de treinta piezas fueron utilizadas en el rodaje de la película ‘La sombra de la ley’, que protagonizó Luis Tosar”, dice mientras anula cualquier expectativa de que vuelva a repetirse algo similar. “Antes era una propiedad privada pero ahora que hemos creado el museo no podemos vaciarlo, así que ya no podemos prestar vehículos para más películas”, añade.


El recinto cuenta con un espacio para la solidaridad. Luis Moya y la Fundación invitan a colaborar con la labor de la Cocina Económica coruñesa. Se puede depositar un óbolo en una pequeña urna ubicada en el espacio dedicado al más renombrado copiloto de rallys, en parte por el archirrepetido “Arráncalo, Carlos. Arráncalo, por Dios”.


Tras algo más de dos horas de recorrido por las distintas salas, en las que se exponen tres mil piezas (móviles, teléfonos, aperos de labranza, televisores y objetos construidos a lo largo del siglo XX), finaliza una visita en la que cabe la posibilidad de alguna sorpresa más. Una, poder saludar al responsable de este proyecto, que en su primer año cumplió las expectativas creadas y que fue diseñado para ubicarse en el coruñés parque de Bens. Pero la intrahistoria de aquella frustración es material para otra crónica.


“No queríamos explotarlo mucho ahora porque tendríamos un bajón el segundo año. En 2025, esperamos llegar a las 28.000 visitas y el planteamiento es alcanzar las 45.000 el quinto año”, apunta Ángel Jove, que afirma que los 14.000 metros cuadrados ya se han quedado pequeños, pero que acogen el “museo más bonito del mundo”.

El MAHI, un museo que va sobre ruedas

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