Más allá del detalle de cómo los responsables de la OTAN se las ingeniaron para esconder a Pedro Sánchez en una esquina de la foto de familia, la conclusión de la cumbre celebrada ayer es que el organismo atlántico ha decidido blindarse ante un posible ataque nuclear ruso. La verdad es que uno pensaba que si a alguien se le ocurre pulsar el botón rojo estábamos todos aviados. Pero parece que no, que es posible intentar poner remedio y si no, por lo menos, que al otro le dé miedo apretar el botón por si acaso es también lo último que él hace. Aparte de eso, poco más. Mucho apoyo teórico a Ucrania, a la que van a mandar más armas y medios para que ella solita se mida al gigante ruso al que seguiremos pagando diariamente una millonada para que no nos muramos de frío (sobre todo los alemanes) y pueda seguir invirtiendo en más armas para adueñarse de Ucrania. foto: Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN | aec