Lo mismo de cada 1 de enero en las calles de Betanzos. La Feira de Aninovo cumplió y, como hace más de setecientos años, los vendedores acudieron con sus artículos hasta la capital de Mandeo. También algún comerciante –en los 2000, los que cerraban eran menos del 5%– y casi todos los hosteleros abrieron sus negocios el día de san Manuel.
Entre los clientes, muchos de “os da noite”, como se refieren en este extremo de As Mariñas a los adolescentes y veinteañeros que alargan las campanadas de medianoche hasta el mediodía, y menos veteranos que, aunque seguidores de la tradición, tratan de retrasar su visita a la García Irmáns más allá de las 11.00 para evitar esas escenas de contraste que, desde los 80, marcan el Primeiro de Ano en Betanzos.
Así, si Manuel Murguía lo tenía meridianamente claro cuando sostenía en que desde el siglo XIV “los vecinos de Betanzos habían sido los genoveses de Galicia” incidiendo en la importancia de sus mercados centenarios, los cambios en las costumbres, los sistemas mercantiles y los hábitos de consumo han llevado a muchos de estos empresarios a cerrar o a no instalarse en Año Nuevo: “No es que no respetemos la tradición, es que no compensa, y nosotros también celebramos con los nuestros la Nochevieja”. El día 1 descansan e incluso pasean por la Feira de Anivovo.
Las calles del centro ensalzan la mezcla entre unos y otros, y los sonidos más modernos retumban en la estrecha vía que, atravesando A Cruz Verde y Os Xudeos, conduce hasta Bellavista. Allí es donde se instalan los vendedores de animales y donde los veinteañeros celebran el cambio de calendario con algún que otro intento para adquirir un cerdo, aunque casi nunca lo consiguen a tenor de cómo se presentan los chicos en O Campo y en la avenida de A Coruña, donde esperan los autobuses de vuelta a casa, con las manos vacías, cara de sueño y los abrigos cerrados hasta arriba tras una noche de celebración y una madrugada a la intemperie para estrenar entre amigos el 2024.
Hace más de un decenio, coincidiendo con el ‘boom’ de las zapatillas, que a punto estuvieron de arrinconar los clásicos de la Feira de Aninovo de Betanzos como los churros, el chocolate y el pulpo, se veían muchos más colores que ahora, cuando abundan el negro y el ‘brilli brilli’, salvo en los complementos de cotillón, que alguno todavía lucen por la García Irmáns.
El chocolate con churros, que entra bien a cualquier hora pero más aún tras una noche de fiesta, se mantiene como reclamo y la cola para comprar se extiende por la antigua N-VI, a escasos metros del palco de la música, donde se instala la churrería, entre la García Irmáns y el Cantón de Claudino Pita.