Es facultativo de la plantilla del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), pero verle por la ciudad es cada vez más difícil. El cirujano Diego González Rivas es una de esas estrellas del quirófano, aunque huye de esa calificación, que es requerido por medio mundo para realizar las operaciones de cáncer de pulmón más complejas. No es de extrañar ya que en 2010, cuando tenía voces en contra, luchó por implantar la Uniportal VATS o cirugía uniportal para sustituir las dos o tres incisiones habituales en operaciones de pulmón por una, que hoy en día es una de las técnicas más expandidas.
Este fin de semana está en casa por “un curso en el quirófano experimental para el que han venido médicos de todo el mundo”. Suele haber tres de estos al año, pero además de hacer cirugías en directo como docencia en el Chuac, vino con tres citas con las camillas y los pacientes del San Rafael, adonde en la tarde de ayer se desplazó un moscovita. Tuvo suerte porque González Rivas pasará otra larga temporada sin venir a partir del lunes, cuando se marcha a Mallorca a impartir una masterclass.
Después recorrerá “México, Nicaragua, El Salvador, Panamá, Hong Kong y Shanghái” en diez días. En Asia es donde suele pasar la mayor parte de su tiempo porque dirige desde hace años “el programa más grande de cirugía mínimamente invasiva”. Pese a tener sus dos bases en A Coruña y Shanghái es requerido desde el mundo entero para entrar en quirófano a pesar de que muchos cirujanos ya practican su técnica.
Unos 800 pacientes al año
Cuando se le pregunta el porqué, se limita a decir que puede estar ligado “con la experiencia, para operar los casos más complicados”. Por sus manos pasan unos 800 pacientes al año, que se multiplican por miles si se estudia el programa que dirige, en donde tratan unos 15.500 cánceres de pulmón frente a las “200 o 300 intervenciones que puede hacer un hospital en España”. En muchos lugares lo tratan como una estrella pero no le gusta porque le pone más presión, como “cuando un futbolista juega una final”.
Pero él no cede a las presiones porque no son pocas las ofertas que le han llegado de los más prestigiosos hospitales del mundo y de momento ha dicho no. “Doy cursos y opero en muchos países pero no tengo idea de quedarme en un sitio fijo; tengo interés por ir por el mundo a enseñar”, cuenta, pues su técnica para operar con una única incisión es muy poco invasiva y permite que los operados sufran menos y recuperen su rutina con mayor rapidez. De hecho, el bienestar de los pacientes fue una de las cuestiones que lo movieron a hacer investigación y pelear por una idea en la que confiaba.
Después de manejar instrumental quirúrgico en 101 naciones, es consciente de que su técnica “se ha expandido en solo nueve años de una forma bestial”, como no había ocurrido antes en la historia de la cirugía, pero opina que es precisamente “gracias a ir a los sitios a operar y a enseñar”. Incluso sin medios, pues le tocó desarrollar su profesión en puntos del mapa como Kosovo, Perú, Albania o Namibia. Pese a que su perfil sería el de un facultativo que se mueve con un amplio equipo, viaja “solo” y aunque a veces eso lo haga sentirse vulnerable a ratos, también le ha servido para irse “curtiendo”.
“Echo de menos A Coruña pero ir a otros hospitales y ver a grandísimos profesionales que son increíbles”, le ayuda a aprender, algo que hace incluso en los lugares más insospechados y de las técnicas más rudimentarias, que le dan un baño de “humildad”. También la tuvieron aquellas personas que en 2010 se oponían a su atrevimiento y que, en algunos casos, hoy lo defienden pero González Rivas no es rencoroso. “Lo veo como algo bueno porque los obstáculos me motivaron a seguir adelante, a mejorar y a demostrar que esta técnica era buena y válida”, dice sobre un sistema que sigue perfeccionando.
Destaca, por ejemplo, el desarrollo de un robot que está a punto de probarse con pacientes vivos con una empresa americana o el empezar a operar a pacientes sedados pero sin intubar.