El “Sur en el valle” de Quique González ha sido un trabajo reposado y que está siendo degustado por el público en los teatros de todo el país. Los coruñeses también podrán hacer el próximo 26 (21.00 horas) en el teatro Colón.
¿Cómo está yendo la gira después del parón por la pandemia?
La verdad es que está yendo demasiado bien para como están las cosas y para el lugar del que venimos. Pese a que las cosas están un poco más difíciles para todos y había bastante inseguridad, sobre todo en enero y febrero que tuvimos que suspender un par de veces por covid. Pero, en general, agradecemos el esfuerzo de la gente, en este contexto, que hace por seguir apoyando la música, viniendo a los conciertos y pagando para escuchar un par de horas de música.
Está concebida para teatros, tienen una mística diferente.
A mi me gustan mucho los teatros para hacer música porque hay menos distracciones que en una sala o festival, donde hay barra, por ejemplo. Creo que la experiencia de vivir un concierto en esas condiciones, con más silencio, beneficia al oyente y a nosotros que estamos tocando. Al haber menos distracciones, hay mayor concentración y el viaje es un poco más interesante.
¿Y como nació el disco?
Tenía tres o cuatro canciones, antes de la pandemia. Al comenzar el confinamiento, me puse a escuchar las canciones que tenía y me empujaron a hacer ocho o nueve más para completar el disco.
Así que el parón del confinamiento le dio un impulso.
Bueno, es que la otra opción era no hacer nada, quedarme ahí lamentando era peor. Nos gusta hacer canciones, el hecho de hacerlo en estas circunstancias hace que salga un poco distinto también y es inevitable que no se cuelen las sensaciones que hemos tenido en estos dos años. Pero, en realidad, ha sido más un freno que un acelerador, aunque es cierto que hubo más tiempo para escribir canciones.
Es un disco reflexivo con un cierto tono de despedida al final.
Sí, llevo viviendo en los valles pasiegos 17 años y, a veces, pienso en un cambio, en ir a otro sitio, pese a que me encanta estar aquí. En el disco hay la idea de despedida del lugar, pero también de un tiempo, de una época, a nivel vital, emocional... es un disco en el que se echa un poco la vista atrás y se cuestionan las cosas en las canciones, con respecto a esa mirada atrás y la mirada que hay que tener al futuro y a lo que viene.
Ese entorno debe influir a la hora de crear.
Sí, sin duda. Es distinto escribir en una ciudad, que tienes otra información, que hacerlo rodeado de naturaleza. El entorno personal y natural se cuela en las canciones, es inevitable.
Además, tiene una furgoneta donde encerrarse a crear.
Sí, tengo una furgoneta, que es así vieja y está camperizada. Y la he utilizado de taller, de oficina, porque para escribir necesito mucha concentración y como meterme en una burbuja. Escribir canciones dentro de la furgoneta me ha ayudado a sentirme así, en una burbuja. Además, suena muy bien, es muy agradable ir ahí a tocar la guitarra con un cuaderno y un bolígrafo a ver si sale algo, y aunque no salga, has pasado un rato agradable ahí.
Decía que las canciones echaban la vista atrás, cuando repasa su trayectoria, ¿también mira atrás o es de mirar al futuro?
No me suelo entretener mucho en mirar hacia atrás. Me interesa y me preocupa más lo que viene, salvo cuando estoy eligiendo repertorio para la gira, no suelo escuchar mis discos. Es una cosa que está ya hecha, creo que sería un poco enfermizo escucharlos después del tiempo que les has dedicado, escribiendo, grabando y escuchando la grabación. Al principio creo que sí que lo escuchas un poco, pero luego no sería muy saludable.