Si hay un plato nacional no es otro que el cocido, y aunque en España se consuman muy distintas versiones, algunos de ellos, como el de Lalín, hay que probarlos. Japón se ha rendido este domingo, en su día grande, al sabor del puchero gallego.
"Ganas de hincar el diente", "inigualables materias primas", "una comida opípara", han sido tres de las opiniones compartidas por el embajador de Japón en España, Takahiro Nakamae, que este 23F se ha convertido en comendador y pregonero de la edición número 57 de la feria.
Sin duda, la más "diplomática" de todas, pues es la primera vez que se opta por un perfil como el del nacido en Hiroshima, elección con la que se pretende avanzar en la dimensión mundial de la que goza esta cita gastronómica.
"Tengo entendido que soy el primer embajador en ostentar esta honra", ha dicho al inicio de su discurso, que ha abierto y cerrado en gallego. "Gracias por la confianza. Espero estar a la altura".
Nakamae ha desvelado ante la multitud que lo escuchaba que cuando el alcalde, Xosé Crespo, le propuso tamaña hazaña, lo primero que él sintió fue "sorpresa", pero poco después esa estupefacción de "nunca" haberse imaginado ante ese papel, se transformó en "honor y orgullo".
Takahiro descubrió el cocido hace cerca de cuatro décadas, en un colegio mayor de Valladolid, el de Santa Cruz, al que volvió no hace tanto y donde por el gran "aroma nostálgico" supo qué se había servido en el comedor.
Este "cocinero de fines de semana" quiso preparar cocido él mismo y le salió la variante "takahireña". Este es el nombre que puso a su "auténtico desastre".
"Abandoné la idea de cocinarlo y opté por seguir deleitándome", ha desvelado alguien que, como Álvaro Cunqueiro, se ha declarado en la capital del Deza "gastrónomo practicante".
No solo ha citado al novelista, periodista y dramaturgo; también ha nombrado el embajador a la escritora Emilia Prado Bazán, por su reflexión de que cada nación tiene el deber de conservar lo que la diferencia, lo que forma parte de su modo de ser peculiar.
"Me he sentido como un lalinense más. Con el permiso del alcalde, que comience la fiesta", se ha despedido el nuevo emisario de todas las bondades de un menú contundente de carnes, embutidos, leguminosas y verduras.
Lalín ha hecho del cocido su bandera y presume de su calidad. Si no es el mejor de Galicia, "el relato lo ganamos nosotros" y eso no es moco de pavo, ha dejado caer el regidor, un comentario seguido de risas entre los allí presentes.
La reflexión no es baladí. Lo que empezó como una fiesta familiar, más de medio siglo después es una enorme romería de interés turístico internacional que cada febrero alcanza su máxima expresión.
Del morro al rabo, el cerdo acaba en ollas y fuentes. Hay costilla salada, espinazo (soá), tocino veteado, oreja, mejilla, rabo, mano, carne de ternera, gallina, garbanzos, alubias y grelos.
Su preparación comienza días antes, se sirve por parcelas y debe tomarse con mucha calma. De postre, las orejas y filloas de Lestedo, de Boqueixón (A Coruña), con las que se estableció un hermanamiento.
En un día sin lluvia, de frío y rayos de sol, han sido coronados diez nuevos divulgadores de este menú dispuesto en fuentes colocadas con gusto, para el que se necesitan muchísimas horas y varias ollas.
Junto a Nakamae, se han estrenado Javier Moll y Arantza Sarasola. Sarasola ha aplaudido un "acontecimiento gastronómico único" en cuyo epicentro se encuentra un "emblemático manjar que da personalidad a este maravilloso municipio" pontevedrés. "Los hay excelentes, pero ninguno" como el de Lalín, ha manifestado esta madre de cinco hijos y abuela junto a su marido de diez nietos.
La lista la han completado el escultor Acisclo Manzano, que ha querido "compartir capa" con el célebre Mestre Mateo, "gran escultor gallego"; la deportista olímpica Teresa Portela, que se ha presentado como "muy gallega y orgullosa de lo que tenemos"; el exconselleiro y diputado popular Francisco Conde, quien trabajará para que "siga siendo una referencia" y la teniente alcalde, María Paz Pérez Asorey, que ha asumido esta "firme responsabilidad y hermosa ilusión".
También el presidente de la Diputación de Pontevedra, Luis López, que se ha recordado entre las piernas de su madre y su abuela mientras las tarteras estaban al fuego; la presidenta del Celta, Marian Mouriño, agradecida por esta "tradición tan importante y deliciosa", y el titular del Parlamento, Miguel Santalices, que ha asegurado que "todo el mundo que es de Lalín siente un orgullo especial de pertenencia".
Como anécdota, para el complicado momento de levantarse, Santalices ha contado que él sufrió recientemente un "resbalón", no "político", y ha aconsejado para no exponerse a ello llevar zapato de goma "mejor rayada" que lisa pero, si aún así alguien llega al suelo, armarse de paciencia porque hay que tenerla y ser, además, "sumiso" pues, en su caso, se encargaron "varios" del operativo de rescate.
Xosé Crespo, a modo de guasa, ha contado el único "gran resbalón" de esta concurrida fiesta. El futbolista Alexander Mostovoi, al que en su día se escogió para la encomienda de promocionar el Cocido de Lalín, llegó a confesar a los medios de comunicación: "No comí cocido en mi vida, ni lo pienso comer".
Ese comentario protagonizó la misma algarabía que instantes después el paso en el desfile de la cerda Lalaina, una robusta Duroc que iba acompañada por su propietario, Manuel Dovalo.