El mayor canje de presos entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría se llevó a cabo con tanto secretismo que los abogados de muchos prisioneros rusos desconocían los planes de las autoridades sobre sus clientes, según publicaron este viernes medios rusos.
“Ilia (Yashin) siempre tuvo la misma postura, que es ciudadano ruso, político ruso y considera que su lugar está en su patria. No quería ser intercambiado”, dijo el letrado de Yashin, Mijail Biriukov, al diario ‘Kommersant’.
El opositor ruso, condenado a ocho años y medio por criticar la guerra en Ucrania, fue uno de los 24 intercambiados este jueves. Según el abogado del político, el canje se llevó a cabo por un “acuerdo al más alto nivel”.
“Las listas no las elaboraron activistas de derechos humanos ni teniendo en cuenta la opinión de los que estaban en prisión”, afirmó Biriukov.
El abogado de Lilia Chanisheva, representante del líder opositor Alexei Navalni en la región rusa de Bashkiria, reveló que su clienta no estaba en contra de un canje, pero no quería abandonar Rusia, donde viven sus padres, que son mayores, señaló Ramil Guizatullin.
También el letrado de la pintora rusa Sasha Skochilenko, condenada a siete años de prisión por sustituir los precios en un supermercado ruso con mensajes pacifistas, aseguró que desconocía los preparativos para el canje. “Se le acercó una mujer y le pidió solicitar por escrito el indulto. Todo eso sin nosotros. Estas cosas no se hacen sin (la presencia de) la defensa”, dijo el letrado Yuri Novolodski.
El Kremlin declinó este viernes hacer comentarios sobre la negativa de algunos presos a ser intercambiados. El FSB de Rusia (antiguo KGB) confirmó el jueves la liberación de los ocho rusos encarcelados en países de la OTAN a cambio de 15 rusos y extranjeros que cumplían penas en prisiones de este país y un ciudadano alemán condenado a muerte en Bielorrusia.
En el caso de los tres ciudadanos estadounidenses liberados en Rusia llegaron este viernes de madrugada al estado de Texas (EEUU) para ser sometidos a una revisión médica y psicológica en un centro militar.
El exinfante de marina Paul Whelan y los periodistas Evan Gershkovich y Alsu Kurmasheva tocaron primero suelo estadounidense en la Base Aérea Andrews, a las afueras de Washington, donde fueron recibidos por el presidente, Joe Biden, la vicepresidenta, Kamala Harris, y sus familiares.
Minutos después, abordaron otro vuelo hasta San Antonio (Texas) para ingresar en el Centro Médico Militar Brooke, donde los tres accedieron a ser sometidos a un programa llamado PISA (actividades de apoyo posaislamiento).
Las actividades de dicho programa, según el Estado Mayor estadounidense, incluyen controles médicos y terapias psicológicas para facilitar que la persona, ya sea militar o civil, pueda regresar a su vida normal lo más rápido posible.