La lógica del enfrentamiento, como resultado de la malversación del espíritu y la letra de nuestra Carta Magna, ha llegado a la Universidad. Como síntoma que trasciende a las aulas, es desalentador.
Nada nuevo, por otra parte. Hay muchos precedentes de lo ocurrido con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, verbalmente zarandeada este martes por los estudiantes adscritos a uno de los dos bandos políticos enfrentados en la lucha por el poder. Otras figuras de diferente profesión ideológica ya sufrieron acosos similares con anterioridad.
Por tanto, no hace falta entrar en si quienes los sufrieron son de uno u otro bando porque eso sería contingente, intercambiable, según la figura, el contexto o la mejor o menos capacidad organizativa de los alborotadores, sean éstos de uno u otro lado de la barricada. Lo que no cambian son los valores permanentes de la Universidad. Empezando por el uso responsable de la libertad en la forja del pluralismo que conforma y conformará siempre el tejido de una sociedad sana. Y eso es lo que resultó apuñalado en el paso de Díaz Ayuso por la Complutense, con motivo de su distinción como “alumna ilustre” de la Facultad de Ciencias de la Información.
El asunto es especialmente grave por tratarse de una rama de la formación universitaria vinculada de forma específica a cultivar el “pluralismo político”, que es uno de los cuatro valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico como Estado de derecho (libertad, justicia e igualdad son los otros tres).
Nada tiene que ver con eso insultos tales como “asesina” o “fascista” contra una gobernante legítima, por mucha distancia política e ideológica que haya entre ella y quienes la abuchearon de modo tan desapacible. Aun teniendo en cuenta que la propia Díaz Ayuso no es un ejemplo a seguir en materia de respeto al adversario cuando ejerce la confrontación con todo lo que se mueve a su izquierda. Pero, insisto, la Universidad no es el sitio adecuado para responderle con la misma moneda.
Sin embargo, el acoso sufrido en sede universitaria le va a generar réditos electorales en el terreno de la confrontación política. Dudo de que también salga ganando en la confrontación mediática, donde sus teóricos defensores no le hacen ningún favor cuando incurren en lo mismo que los estudiantes antiayusistas.
Y estoy pensando ahora en un conocido periodista que se despacha del siguiente modo sobre los incidentes del martes pasado en el nicho universitario de los futuros comunicadores: “Peor aún que los piojosos fascistas que querían pegar a Ayuso es la reacción de una chusma de izquierda que da asco”. Sin comentarios.