En su paso por el plató de El Hormiguero, Alberto Núñez Feijóo convenció. Salió más que airoso de la entrevista de Pablo Motos y dejó una estela de ciudadano de a pie. Vamos que bordó su actuación.
Lo cierto es que a Feijóo le vino la entrevista en El Hormiguero como agua de mayo puesto que en los últimos días las acciones del PP estaban a la baja. Y es que como ya lo dice el refrán no se pueden hacer planes sobre la piel del oso antes de cazarlo y, primer error, el resultado de las elecciones del 28 de mayo hicieron creer a los que llevan las riendas del PP que las elecciones generales pueden ser poco menos que un paseo militar.
Sin duda en la calle se respira ganas de cambio, sobre todo por la animadversión que despierta Pedro Sánchez, pero esta “foto” de la situación no es toda la foto de la realidad. Si, Pedro Sánchez anda escaso de credibilidad y cae mal a muchos ciudadanos pero Alberto Núñez Feijóo tiene un problema no menos grave y ese problema no es otro que VOX. Y es que el problema del líder del PP no es el PSOE ni Sumar ni mucho menos Podemos.
Lidiar ese problema no es nada fácil. Hay muchos ciudadanos que estarían dispuestos a votar al PP pero les echa para atrás saber que su voto puede terminar dando lugar a la entrada de VOX en el Gobierno.
Es evidente que las mayorías absolutas en nuestro país han sido posibles porque una parte del electorado de centro derecha en determinados momentos ha votado al PSOE y en otras ocasiones ha sido una parte del electorado de centro izquierda el que ha decidido votar al PP. Así vino sucediendo mientras funcionó el ¡bendito! bipartidismo, y dejó de ser con la aparición de los nuevos partidos que ahora nos parecen más viejos que Matusalén. Ciudadanos pudo ser esa esperanza de partido bisagra, pero la impericia, ambición y sobre todo falta de consistencia política de Albert Rivera, convirtió el proyecto en fiasco.
Así pues el problema al que se enfrenta Núñez Feijóo es cómo gestionar posibles acuerdos con un partido que levanta ronchas en una parte importante del electorado no solo de centro izquierda, sino de centro derecha.
El pacto firmado en la comunidad valenciana ha alertado a quienes no querían ver que VOX se iba a convertir en el socio ineludible del PP. La verdad es que Carlos Mazón, líder del PP en el País Valenciano, no ha podido ser más torpe y dejar más en evidencia su ambición personal de convertirse en presidente de su comunidad pagando el precio que fuera.
Dirán que el PSOE ha tenido como socio parlamentario a Bildu y a Esquerra, Junts y demás familia, y que el nuevo Delegado del Gobierno en Madrid (¡Menuda prenda!), ha dejado dicho que Bildu ha hecho más por los españoles que los patrioteros de pulsera y desde sus filas no han rechistado. Pero la realidad es como es y no como debería de ser y por tanto Núñez Feijóo ya puede presentar un buen programa de gobierno, hacer fichajes estrellas en el ámbito de la economía, prometer y prometer medidas de calado social, pero la sombra de VOX le persigue de la misma manera que la sombra de Bildu persigue a Sánchez.
Lo cierto es que María Guardiola, líder del PP en Extremadura, ha puesto líneas rojas a VOX y buena parte del electorado ha suspirado de alivio, pero ¿podrá mantener ese órdago o la obligarán desde Génova 13 a claudicar?