Defiende, el líder Sánchez —ante su ejecutiva—, la amnistía, argumentando que lo hace “por el interés de España y en defensa de la convivencia entre los españoles”. 

Atendiendo a que los condenados manifiestan abiertamente la indiferencia, rechazo y asco que les producen esos intereses y esa convivencia, deben pensar, en su imaginario, que tal medida va contra Cataluña y los catalanes. Siendo España su enemiga y ellos, lo catalán, los catalanes y Cataluña. Razón por la que poco o nada les pueden importar esos intereses y convivencias, sin embargo, Sánchez, sostiene que los fortalece. 

Se deduce, que esa medida de gracia, que ellos imponen como condición para permitirle gobernar, es una bendición exigida por los detractores de España, en favor de unos intereses que desdeñan y en defensa de una convivencia entre esos españoles que ni son ni quieren ser.

La contradicción nos lleva a afirmar que los políticos catalanes nacionalistas, condenados y renegados de la idea de España, como proyecto solidario y democrático, son mucho más respetuosos con los intereses de España y la convivencia entre los españoles que el propio presidente. Capaz de recordarles que esa medida arbitraria que rompe los principios de igualdad ante la ley y deslegitima el sistema democrático español, no se toma para beneficiar a la élite racista, clasista y reaccionaria, que son, sino para castigarla, al defender abiertamente esos valores que desdeñan.