Son cosas que pasan el día antes

Me duelen los días que paso contigo porque me anuncian, irreverentes, los que dejo de pasar a tu lado. Los paseos que hemos dado por la playa dejan huella, igual que lo hacen los que no damos. Por vivir lejos, he tenido que construir distancia para tolerar la distancia. Qué tontería, como si el corazón pudiera revestirse de roca a nuestro antojo. Me hago mayor, ahora lo sé, porque caminas conmigo y eres tú quién me pide consejo y agarras mi mano para no tropezarte.


Verás, a veces no tengo nada que contarte o no soy capaz de contarte nada nuevo. Me asomo a las palabras para ver si tienen algo que decir. A veces no tengo un plan, ni la mochila preparada, ni el corazón inquieto. A veces los días salen para los demás y las noches se apiadan de uno. La búsqueda de la felicidad está tan arraigada en nuestra sociedad que se ha creado una obsesión y una dificultad para lidiar con la tristeza. ¿Nos estaremos haciendo intolerantes a la tristeza persiguiendo de continuo un ideal de felicidad?


He pasado con papá el puente de las letras. Espera, que me he detenido unos minutos en ese enunciado, en su bella metáfora. Nada más verme, mi padre me preguntó sobre mi parecer acerca de los resultados electorales en Cataluña. Siempre le ha gustado hablar de política conmigo. Me reservo aquí mi opinión, pero como le contesté a él, hace tiempo que perdí el interés. Como sé que lo que en realidad aprecia es el valor de nuestra conversación, le conté acerca de la graduación de su nieta más pequeña, de cómo se habló del éxito y el fracaso, de esos falsos impostores que hay que tratar siempre con la misma indiferencia, como recoge la máxima acuñada por Rudyard Kipling. Y así regresé sin pretenderlo a cualquier batalla política, esa que magnifica victorias y relativiza derrotas. ¿Somos también intolerantes al fracaso?


Me pidió que viéramos una película, “cualquiera de Clint Eastwood”. Antes me había plantado una jardinera de flores con lavandas, verbenas y margaritas. Todo después de acompañarlo al médico, que amable y profesional, nos preguntó si podía hablarnos con claridad. ¿De qué otra manera podría hablarse con mi padre?


Que qué había leído últimamente, eso también me lo preguntó: El día antes de la felicidad, del escritor napolitano Erri de Luca. Espera, que me he detenido unos minutos en el antes y el después del título del libro.


A veces mayo. A veces parece enojado y hasta hace frío. “Son cosas que pasan el día de antes. ¿El día antes de qué? El día antes de la felicidad”. 

Son cosas que pasan el día antes

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