El dolor insoportable

Sanidad y las Comunidades autónomas han decidido poner en marcha un protocolo de prevención del suicidio, una de las causas de muerte más altas de nuestro país y que más dolor y desgarro causa en las familias.


Porque, además, para evitar el efecto contagio, está forma traumática de morirse se silencia e incluso se vive por los familiares cercanos como un estigma. Así, al dolor de la pérdida, se suma el “yo podría haber hecho” y el silencio social.


Los datos son también demoledores: cada día once personas se suicidan en España, pero lo intentan doscientas cincuenta. Estas cifras pueden aún ser más altas porque no hay registros. También se sabe que entre los colectivos de riesgo se encuentran los adolescentes y los mayores que viven en soledad.
Para prevenir que los 4.116 suicidios registrados no aumenten en este 2025, hay que reforzar los servicios de salud mental en los hospitales, desbordados como el resto de áreas de la Sanidad Pública. Pero en eso no se llegó a un acuerdo.


Y son ellos, los psiquiatras y psicólogos, quienes detectan ese aislamiento del paciente y le aportan los instrumentos que le devuelvan el sentido a la vida. En resumen, las ganas de vivir.


Para ello, hay que coordinar el servicio de atención del teléfono 024 con los departamentos de salud mental de los hospitales públicos, donde se prevé crear equipos de atención al riesgo suicida. Además de prevenir y vigilar destinos de riesgo como los puentes, las grandes alturas o las armas de fuego.


Pero el plan necesita, sobre todo, la ayuda de los profesionales en salud mental, que son quienes saben que muchos de los intentos de suicidio son llamadas de atención sobre una situación insostenible de dolor. Es decir, necesitan ayuda y se puede evitar su muerte.


Y, precisamente los médicos y profesionales sanitarios, no están en su mejor momento de relación con el ministerio de Mónica García. El jueves pasado el Paseo de Prado en Madrid fue testigo de la protesta de decenas de ellos, vestidos con sus batas y sus fonendoscopios, frente a la sede de Sanidad. 


Las nuevas normas de regulación del sector, mal pagado, saturado de guardias nocturnas y escaso de personal, son incompatibles con la exigencia de un mayor esfuerzo.


Y todavía pretende la ministra incorporar a la sanidad pública a los funcionarios de Muface...  

El dolor insoportable

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