Sumiso ante los chantajes de los separatistas de cuyos votos depende la continuidad de la legislatura - “sin referéndum ,colorín colorado”- Pedro Sánchez se muestra despectivo con quienes no comulgan con su causa.
Olvidando que el sistema democrático ampara la libertad de prensa y el derecho a discrepar, en un rasgo bonapartista, el presidente del Gobierno descalifica a cuantos le critican. Son la “fachoesfera”. Un insulto dirigido a quienes no aplauden sus constantes cambios de opinión o no pasan por alto sus mentiras. En esa deriva ha llegado a decir que quienes le criticas buscan “derrocar” al Gobierno. Resulta cómico escuchar en boca de quien cambia constantemente de opinión señalar que “la derecha tiene un naufragio de ideas”. Todo el mundo se equivoca si no sigue sus contorsiones políticas. Cambios constantes que, por cierto, no encuentran reproche en los medios afines.
En la factoría de información sincronizada con asiento en La Moncloa, delegación en Ferraz y terminales en algunos medios no duermen y tratan de adelantarse a los acontecimientos previendo las reacciones que provocan los continuos volantazos políticos del presidente del Gobierno.
Ahora los señalados son los jueces que investigan las andanzas de Carles Puigdemont en los días previos a la declaración unilateral de independencia de Cataluña y los altercados que violentaron las calles de Barcelona tras las sentencia a los condenados por el “procés”. Se les señala como “actores” interesados en torpedear los pactos de Sánchez con Junts que desembocan en la amnistía pactada para conseguir la impunidad.
Una derivada de esta estrategia de exculpación de los errores propios se traduce en que, ante cada problema o cambio de opinión de Pedro Sánchez, ponen en circulación una historia nueva con la intención de desviar la atención del personal hacia episodios de los que pueda colegirse alguna responsabilidad de algún dirigente del PP. En esa estrategia, al modo de una “araña en continuo movimiento” -en atinada expresión de Antonio Elorza- hay que reconocer que Pedro Sánchez lleva ventaja porque no tiene límites, ni escrúpulos. Las contorsiones realizadas para complacer a Puigdemont en el redactado final de la Ley de Amnistía ahorran cualquier comentario.