Europa nos vigila

El paso por España de dos delegaciones del Parlamento Europeo no ha tenido los ruidosos efectos que se esperaban en política doméstica, a pesar de que esa ha sido la naturaleza de las objeciones que formularon la una y la otra. El principal grupo de la oposición (PP) no ha querido hurgar en la herida, pero quedan flotando los “peros” expresados por los respectivos comités de europarlamentarios que nos visitaron.


El órgano de control presupuestario de la Eurocámara habló de opacidad, pesadez burocrática y trato de favor a los malversadores del dinero público. Son contraindicaciones serias cuando se maneja la llamada pólvora de rey. En este caso, los fondos europeos para la recuperación Su aplicación exige un severo control por parte de las instituciones europeas, incluido el Tribunal de Cuentas de la UE, cuya labor auditora no acaba de facilitar Hacienda.


De momento, no hay freno a la normal continuidad de las entregas (31.000 millones hasta ahora) porque la delegación no ha encontrado señales de fraude, pero las recomendaciones de que necesitamos mejorar en el acceso de los actores a la información (patronal, sindicatos, gobiernos autonómicas y municipales, empresarios, ciudadanos en general) también nos avisan de que estamos más expuestos a las malas prácticas y, por tanto, a los efectos indeseables de una mala gestión.


En cuanto a la otra delegación, la enviada por la Comisión de la Mujer del Parlamento Europeo, todavía no se ha recuperado de la perplejidad que le produjo la situación de aberrante enfrentamiento entre las dos fuerzas políticas que forman el Gobierno de la nación (PSOE y UP) por cuentas de la legislación sobre libertad sexual (reforma y contrarreforma de la ley del “solo sí es sí”). Aún no salen de su asombro ante el hecho de que dentro del mismo Gobierno el Ministerio de Igualdad maneja unas cifras distintas a las que maneja el Ministerio de Justicia sobre los delincuentes sexuales beneficiados por la reforma del Código Penal, o que las respectivas ministras, Montero y Llop, se contraprogramen entre sí en vísperas del Día Internacional de la Mujer.


Aquí conviene recordar que la vigilancia es una consecuencia de la cesión de soberanía que implica la integración en la UE. Y ahí se juega un intangible de escasa circulación en la política nacional, Me refiero al consenso.


Por un lado, el exterior de los 27 países dispuestos a persistir en las políticas comunes. Es la razón de ser de la UE. La palanca esencial del formidable y solidario desembolso. Y por otro lado, el consenso interior, el que sufre cuando la solidaridad europea se convierte en un elemento más de la confrontación política nacional. En este caso, la sangre no llegó al río, pero las sombras están hay. Haberlas, haylas, como dicen en Galicia.  

Europa nos vigila

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