Feijóo es ahora o nunca

Alberto Núñez Feijóo, que domina mal la escena internacional, y no solo por la carencia de idiomas, tiene ahora la oportunidad de dar el salto al menos europeo; al menos con sus teóricos correligionarios del Partido Popular Europeo; al menos en Valencia, donde el PP se reunirá dentro de pocos días en un ambiente en el que se quiere pasar página del recuerdo de la DANA y de la actuación del president de la Generalitat, Mazón, en tan triste episodio. Sospecho que Alberto Núñez Feijóo, que sigue ganando por poco en unas encuestas en las que el PSOE de Sánchez mantiene su suelo de siete millones de votos, sabe que es ahora –cuando el Gobierno está contra las cuerdas por tantos motivos– o nunca.


Uno habla con bastante gente que asegura estar aconsejando a Feijóo en tal o cual sentido, en esta o aquella materia. Yo creo que el presidente del PP no les hace demasiado caso, si es que realmente tiene tales asesorías. Los más le dicen, al parecer, que tiene que cambiar a sus colaboradores más directos, desde a la secretaria general al portavoz parlamentario, pero no se vislumbran nombres claros para tomar las riendas del principal partido de oposición y el que más escaños tiene en Congreso y, desde luego, Senado, aunque no tenga el poder.


En este último año, desde aquella ‘retirada fake’ de Sánchez para meditar en el desierto, el Gobierno ha cometido casi todos los errores imaginables. Tengo para mí que el PP ha sabido aprovecharse poco de ellos, aunque cierto es que, cuando se actúa con la desfachatez con la que en ocasiones se actúa desde el Ejecutivo, toda crítica se pierde en el vacío. La moralidad en la política –no solo española, claro– es cosa del pasado.


Creo que últimamente los ‘populares’ han adoptado vías más razonables, de tímida colaboración con el Ejecutivo socialista en materias que afectan a la peligrosa situación internacional. Sospecho, sin mayor fundamento, lo reconozco, más allá del sentido común, que el entendimiento entre el ministro Carlos Cuerpo, que se alza como el más pragmático del Gobierno, y el responsable económico del PP Juan Bravo, avanzará, y lo notaremos quizá esta misma semana, incluso antes de la diáspora del ‘puente’ de mayo. Un dirigente ‘popular’ me decía, no textualmente, que “tenemos que aprender a dar donde hay que dar, en los vasos de corrupción, en los incumplimientos constitucionales, y a colaborar donde hay que colaborar, en un frente anti-Trump que nadie quiere llamar así”.


Confío en que el congreso de los populares europeos en Valencia no se agote inútilmente en un marco de reproches no a la ‘otra Europa’ –la UE es una gran coalición de hecho, con la excepción más notable de nuestro país–, sino a la ‘’otra España’, la que representa el pacto de investidura nunca explícitamente suscrito hace siete años por las fuerzas que actualmente sustentan la mayoría gubernamental en la Cámara Baja. Lo que ocurre es que Pedro Sánchez representa hoy, casi en solitarito, a la ‘UE socialdemócrata’. Y, claro, será obligatorio dirigirle unos cuantos venablos desde el otro área ideológica. Sobre todo, para que la ‘cumbre’ no se agote en la cuestión Mazón sí-Mazón no’, que es ciertamente un tema menor a estas alturas de la película internacional.


Feijoo, en suma, se la está jugando, aunque nada en sus actitudes pausadas –demasiado pausadas, a mi entender– lo indique. Puede que, tras este congreso, en el que el PPE se va a volcar en un apoyo acrítico a sus correligionarios españoles –nada de abordar cuestiones incómodas como la mayor o menor relación con Vox, por ejemplo–, el principal partido de la oposición inicie una nueva y difícil etapa en busca, ahora sí, de la victoria sobre sus cada día más desconcertantes oponentes.

Feijóo es ahora o nunca

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