A garrotazos

Los datos conocidos de la “batalla de Madrid” obligan a que nos cuenten toda la historia y luego que hagan la película pues el caso tiene de todo: corrupción, odio y envidia. Alguien diría que han papel para una serie. Lo más parecido es el cuadro de Goya, de su famosa pintura negra, que da título a este comentario

Recapitulemos: entre Génova y Ayuso ya cuenta con víctimas colaterales y todo el show cheira que fede. Parece revivir la guerra de Cifuentes. Muchos aun recordamos cuando la entonces presidenta de la comunidad madrileña, pillada infraganti con unos perfumes que no pasaron por caja, dijo a sus compañeros de partido “que no, que no me voy”. Las disidencias, otros les llaman fuego amigo, fueron noticia en Galicia cuando a Fraga se le rebelaron algunos varones. Lo dicho una peli, una serie o un musical.


Esas luchas cainitas tienen de rebote un perecido. Por ejemplo mantener al alcalde de Ourense es ayudar al señor Baltar a continuar mandando en la Diputación. Son esas curiosidades que se dan en nuestro territorio: mayoría en las diputaciones, buen papel en los ayuntamientos de las ciudades más importantes y discreto papel en su carrera hacia la meta de Compostela.


Otro asunto que divide a los populares es su acercamiento a la extrema derecha –lo más reciente es el resultado de las elecciones madrileñas con Vox subiendo como la espuma– para no perder poder en muchos territorios.


La voz de José María Aznar pidiendo a Casado que deje fuera del gobierno madrileño a Vox es una sorpresa y, a la vez, un anticipo para próximos comicios. A saber si Pablo Casado entiende el mensaje que le han lanzado. Por lo que leemos y oímos está en horas bajas después de su “rally” por las granjas de media España.


Desde la oposición se despacha el asunto con “son cosas del pasado” y que otra vez el PP tropieza en la misma piedra. Se aña al cabreo “o noso presidente” esa especie de verso suelto; aunque mejor sería que respondiera la pregunta de ¿qué hace un señor como usted en un partido como ese?


Con todo el avance de la extrema derecha con un lenguaje verdaderamente extremo y fuera de la Constitución, debe preocupar a todos incluida la izquierda que tiene que insistir en los valores que predica y más en la puesta en marcha de esas medidas que forman parte de las reivindicaciones que piden muchos ciudadanos. Y dejar para otros los garrotazos.

A garrotazos

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