El gazpacho manchego

El tiempo vuela, se acaba el año, ya no queda casi nada. Los de letras hemos comprado los décimos de la lotería por si le toca al colega mayormente no morir de envidia y hoy toca ir de centros comerciales a buscar un pavo para hacer relleno, en esta casa se comen cosas raras en Navidad. Todo el mundo cree que el pavo es un ave insulsa y seca, es lo que tienen los tópicos, pero bien horneada y con un interior lleno de pan de Carral,  especias, orejones y huevo cocido la cosa sale bien tierna. Y además te dura varios días y puedes hacer bocadillos para llevar al trabajo y comer sano después del atracón. 


Los tópicos son difíciles de erradicar. El pavo asado es seco y los castellanos también. Los coruñeses nos llevamos siempre un buen feixe de tópicos solo por ser Koruños: que si pijos, que si más pijos, que si altivos, que si macarras, que si fachas…  en fin, pura envidia. Lo único que falta en Coruña es que hagan más rascacielos, más altos, con un ático desde el que se puedan ver los rascacielos de Nueva York en un día de sol. Así el tópico estaría completo, la ciudad más pija de Galicia mirando por encima a todos desde el ático de marras. Y encima la bandera de realengo de la ciudad, que los alcaldes se empeñan en no colocar en el Palacio Municipal, sostenida por una María Pita gigante, como el Coloso de Rodas. Ese sería un buen regalo de Papá Noel. 


En mi casa en Navidad se come raro: este año toca pavo relleno y gazpachos manchegos. Los gazpachos manchegos son un guiso delicioso y desconocido por estas tierras, nada que ver con el andaluz, que son unas verduras que sientan bien en verano y repiten en invierno. Alguna nécora también caerá, la casa por la ventana. Y de postre, en vez de los empalagosos turrones, ese horror inglés llamado Christmas Pudding, ya de perdidos en la desgracia hacerlo bien. Se corrige el desaguisado con polvorones Felipe II y roscón a esgalla. Después de muchos años he puesto el Belén y adornado la casa. No es que haya sido un año precisamente bondadoso, he perdido amigos queridos, pero no se puede ser el Grinch toda la vida y hay que celebrar lo que tenemos. 


Así pues, toca ir al centro comercial y quejarse de que está muy lleno. Días atrás hubo una divertida campaña en la que varios periodistas se quejaban de que el centro de Madrid estaba a tope de peña. Estamos en lo de siempre: yo soy viajero y tú, mortal, eres un simple turista.  Voy a poner mi granito de arena en el delirio navideño y me voy a pasar el día de centro comercial en centro comercial mientras alzo el puño y frunzo el ceño como los personajes de los best sellers quejándome de las multitudes, y eso que no me atrevo a poner el pie en Vigo porque allí sí que hay mucha gente mirando las luces que se ven desde Manhattan, como el rascacielos que le pido a los Reyes para LaKoruneno. Voy a buscar el pavo, que es más difícil de encontrar que un décimo que toque. Y las tortas para el gazpacho manchego, gesta todavía más compleja porque aquí nadie sabe lo que es un gazpacho manchego, pero a fe que lo sabrán, porque cuando una se pone delante de los fogones, es imparable. 


Ahora os he despertado la curiosidad, amigos Koruños. Buscad, buscad “gazpacho manchego”. Veréis que delicia. Tampoco estaría mal que algún restaurante se decidiera a cocinarlo. Saldríamos todos de la rutina y de los tópicos.

El gazpacho manchego

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