En la historia reciente de la humanidad ha habido personas extraordinarias que se han significado por la lucha por la paz y la defensa de los derechos humanos, de la libertad y de la democracia, que han tenido una gran influencia en su país y en el mundo por su contribución a la paz. Entre otras, quiero destacar al papa Juan XXIII, Teresa de Calcuta, Martin Luther King, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Rigoberta Menchú Tum, Malala Yousafzai, Mijaíl Gorbachov, Adolfo Pérez Esquivel, Federico Mayor Zaragoza, etc. A cualquier ser humano con un poco de sensibilidad y humanidad le resultará muy difícil entender que en el siglo XXI sigan produciéndose conflictos bélicos en Ucrania, Siria, Libia, Yemen, etc. Si bien desde el origen de los tiempos siempre ha habido guerras, en las últimas décadas han sucedido demasiados accidentes en la democracia a nivel mundial, habrá que reflexionar profundamente sobre lo que se ha hecho mal, actuar con responsabilidad y rectificar a tiempo para enderezar el rumbo de los pueblos del mundo y encaminarlos hacia la concordia y la paz.
Lamentablemente, el conflicto bélico de Ucrania va para largo y no se arregla con armas, que lo único que han traído es destrucción y que hayan muerto varios cientos de miles de seres inocentes. Frente a la fuerza de las armas, tiene que prevalecer la palabra, el diálogo y la capacidad de negociación, que tiene que depender de la libertad y de la democracia, que es la única manera de arreglar el conflicto que haga posible el alto el fuego. Las negociaciones no se hacen con bombas o enviando más armas, tanques y aviones de combate, sino buscando soluciones que sean justas para ambas partes. Hay que alzar la voz desde todos los pueblos del mundo y promover una reacción conjunta a nivel mundial para intentar parar a Putin y que se produzca el alto el fuego, las soluciones pasan por la democracia, ahora tenemos la posibilidad de movilizarnos desde cualquier lugar del planeta.
Hay cosas que tienen que cambiar, necesitamos unas Naciones Unidas sin vetos, establecer un sistema multilateral para que tengamos una democracia auténtica y real a todos los niveles. Es necesario deber de memoria, la paz es necesaria, la paz tiene que ser posible, es responsabilidad de todos. La paz es algo más que la ausencia de conflictos bélicos en el mundo, la paz verdadera y auténtica implica más cosas: respeto a los demás (la libertad de uno empieza donde termina la de los demás), que exista un entorno libre de violencia, que haya tolerancia cero a la violencia de género, acabar con la pobreza, el racismo, la discriminación y la exclusión social, etc.
En definitiva, la paz que tanto anhela la humanidad, se conquista desde la verdad, la justicia social, la libertad, la solidaridad y la igual dignidad de todos los seres humanos que habitan el planeta. Será entonces cuando estemos en condiciones de alcanzar la paz. Esperemos que sea pronto, por el bien de la humanidad y las generaciones venideras.
Francisco Peña es científico, académico, escritor y humanista.