Todas las encuestas sobre intención de voto reflejan el impacto negativo de la reciente crisis institucional (choque de poderes con epicentro en la Moncloa) sobre la facturación electoral del PSOE.
No hay unanimidad en las diferencias entre PP y PSOE, ni tampoco en la cuantía del retroceso, pero sí la hay en el retroceso socialista por su descarado mangoneo en el funcionamiento interno del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional.
No falsificaremos el sentido de esta tendencia si levantamos acta del castigo de la ciudadanía a Sánchez y sus estrategas por cambiar las reglas del juego en mitad del partido. O por querer cambiarlas, pues no podemos olvidar el frenazo del TC a los intentos de Moncloa de aprovechar una reforma del Código Penal para tunear a su conveniencia la normativa del CGPJ y del propio TC, so pretexto de “liberar estas instituciones del chantaje del Partido Popular”.
En el diario “El País” la constatación del impacto a la baja de estas maniobras en las expectativas de voto del PSOE se acompaña de otra de mayor calado: la desmovilización del electorado socialista. Según el último barómetro de 40DB para este medio, los socialistas arrastran un doble problema de movilización y de fidelidad. Aproximadamente un 35% de sus votantes se muestran indecisos o dicen claramente que votaran a otros partidos.
Que el periódico tenido por más afín a las tesis de Moncloa destaque que la fidelidad de los electores socialistas está en horas bajas es una forma de motivarlos en el miedo precursor y documentado ante un eventual retorno de la derecha al poder. Y ese elemento reactivador aparece también en el hecho de que, ante los datos de la misma encuesta, se resalte un alto índice de fidelidad en el caso del PP (un 80’% dice que repetirá), amén de un cierto trasvase de antiguos votantes socialista: un 7 %, mientras que al revés es casi insignificante, un 0,3%.
Esa encuesta y todas las demás confirman la despoblación del centro, cuyo signo visible es la práctica desaparición de Ciudadanos en las tablas de intención de voto. Un fenómeno que favorece al PP y a Vox, que heredan casi todos los votos del partido de Arrimadas. No es una buena noticia porque esconde el mar de fondo de la política nacional: la polarización, como apuesta de las dos grandes fuerzas políticas por el enfrentamiento. De ambos, tanto del PSOE como del PP.
Apuesta insensata en tanto supone renunciar a la concordia, que es el mandato de la Constitución de 1978. La malversación de ese espíritu se hace visible cuanto el PP niega a Sánchez su legitimidad democrática. Y cuando el PSOE acusa a Feijóo de alentar una trama político-mediática y judicial para frenar el avance de un Gobierno progresista.