El nacionalista Sánchez

En vísperas del semestre español en la presidencia de la Unión Europea no parece muy europeísta la reacción de Pedro Sánchez a la anunciada intención de Ferrovial de trasladar su sede social a Amsterdam. Su inesperado ataque de nacionalismo español le ha hecho perder los papeles en una incomprensible simplificación del acontecimiento que estos días barre en los circuitos políticos y mediáticos del país. Perder los papeles es, por ejemplo, acusar por derecho a al presidente de ejecutivo de Ferrovial, de “falta de compromiso” con España. Me parece poco serio personalizar en Rafael del Pino una decisión pendiente de ser ratificada por un sus accionistas, que son extranjeros en su inmensa mayoría (más del 80 %) y costean una actividad empresarial que se desarrolla fuera de España en un 92 %. En un inexplicado proceso de intenciones, Sánchez ha atribuido a Del Pino un insolidario móvil fiscal (pagar menos impuestos) como única razón del portazo. Y, muy concretamente, eludir el impuesto a las grandes fortunas. Pero lo más chocante ha sido colar en el debate las aleaciones al patriotismo como una de las acusaciones más aireadas estos días por el discurso gubernamental. No es precisamente europeísmo lo que traslada el relato de Pedro Sánchez ante la libérrima decisión empresarial en un marco de libre circulación de personas, mercancías y capitales, como ha subrayado el presidente de la CEOE, Garamendi.


El marco es común, tanto en lo económico como en lo político, lo económico y lo jurídico. Cientos de directivas comunitarias se trasladan cada año a nuestro Boletín Oficial del Estado. Y a estas alturas parece un poco tonto tener que recordar que Amsterdan (Países Bajos), donde la multinacional Ferrovial instalará su sede, también es Unión Europea ¿O acaso no son bienvenidos los inversores extranjeros que crean puestos de trabajo en España con las mismas reglas de mercado vigentes en el área de la UE que nos es propia?


El caso es que Rafael del Pino (Ferrovial) ha sido acusado por el presidente del Gobierno de no estar comprometido con España. No es el primer señalamiento de empresarios que, según Sánchez, van a la suya y se olvidan de “los de abajo”. Juan Roig (Mercadona), Amancio Ortega (Inditex), Patricia Botín (Banco Santander) o Sánchez Galán (Iberdrola), entre otros, han sido alcanzados por las pedradas verbales (“insolidarios”, “inhumanos”, “despiadados”) de Pedro Sánchez o de su entorno de poder. Estigmatizar a los creadores de riqueza es una forma de dispararse en el pie. Y no se me ocurre otro modo de referirse a la ofensiva de Moncloa contra las grandes empresas españolas.  

El nacionalista Sánchez

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