Ni mejor ni peor, igual

Cuando la semana pasada llegaba a su fin fueron muchos los especialistas, sobre todo los sanitarios, que nos recordaron que habían transcurrido cinco años desde que nos confinaron a todos a permanecer en nuestros domicilios debido a la pandemia del covid. En aquellas épocas se solía decir con gran intesidad que saldríamos mejor una vez superado el confinamiento. Para mí las conclusiones después de un lustro no han sido nada halagüeñas.


Todos estábamos convencidos de que en aquel año 2020 era una necesidad cambiar importantes parámetros de nuestra vida diaria.Eso por lo menos era lo que podiamos leer en las redes sociales y ver y oír en las conexiones telefónicas que se hacían en los programas televisivos que se seguían poniendo en antena. Fue un efecto colectivo que con el paso de los meses y cuando pudimos salir con  mayor frecuencia a la calle, las personas nos fuimos olvidando de lo que significaba un proceso pandémico como el que habíamos pasado que ocasionó tantos miles de muertos. 


La pandemia en lugar de acercar posiciones para un mejor entendimiento entre las personas, creo que lo que hizo fue agravar estas relaciones que se entremezclaron entre lo humano y personal con el deterioro que se fue registrando a nivel político.


Lo que sí creo es que se perdió una oportunidad muy importante para potenciar el trabajo de todas aquellas coberturas- sobre todo las relacionadas con la sanidad y la vida diaria de las personas en la atención social- que son de necesaria aplicación para que los usuarios reciban la atención que precisan. Una posición negativa que se acrecentó con lo que hemos llamado de forma directa como noticias falsas –fake news– que comenzaron a inundarnos y que tuvieron un gran campo de cultivo en muchas informaciones que se relacionaban con la pandemia del covid.


En la parte positiva de todo aquel proceso que nos tuvo bastante aterrados durante unos años, señalar dos cuestiones fundamentales: que se comenzó  a incorporar de forma directa el teletrabajo y que la conciliación familiar fue una realidad. En todo este largo camino de superar los confinamientos y la utilización de las mascarillas fue el abrazar con todas nuestras fuerzas los hábitos saludables para una mejor relación de la vida diaria que antes de que nos invadiera el tremendo vírus era bastante negativa en la forma de actuar de mucha personas.


El largo recorrido por un proceso que todos los días nos alertaba de las partes más dolorosas en forma de fallecimientos, dos aspectos que jugaron un papel muy negativo como fueron los contrarios a las vacunas –ejemplos de personajes muy públicos los tuvimos de formas constante– y los que con insistencia nos recordaban la parte negativa, según ellos, de los medicamentos y los que ofrecían las denominadas curas milagro. Estos tres temas se magnificaron y, por desgracia, siguen pululando de forma muy intensa por las redes sociales.


Han transcurrido cinco largos años y el mundo de la investigación, sobre todo la farmacéutica, sigue trabajando muy intensamente. Nuestro mundo actual, tal convulso y revuelto, nos puede sorprender con otra mutación de un virus. Las defensas para nuestra salud deben estar preparadas.

Ni mejor ni peor, igual

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