En nombre de la mujer

En vísperas del Día de la Mujer (miércoles 8-M), el acorralado Gobierno de Sánchez afronta el incierto desenlace de su semana feminista. Con sus dos componentes (PSOE y UP) instalados en la confrontación y no en el entendimiento. Y con una absurda controversia que tiene la opinión pública entretenida en discutir si acaso no hay otras formas de ser feminista que las que proponen el presidente, por un lado, y su ministra de Igualdad, Irene Montero, por el otro.


Las feministas alineadas con el PSOE de toda la vida, de cuantioso kilometraje en la defensa de los derechos de la mujer, defienden posiciones que son inmensamente mayoritarias en el hemisferio femenino. Y tienen razón. La tienen desde su malestar de origen por el hecho de que el Ministerio de Igualdad le fuera entregado a Podemos cuando Sánchez e Iglesias se encamaron en la formación del actual Gobierno.


El resultado salta a la vista. La voluntad de remada conjunta en nombre de la mujer se ha convertido en una desapacible confrontación de posturas respecto a lo que es mejor o peor respecto al reproche penal de los agresores sexuales. Si no hay un vuelco de la situación en las próximas horas (no parece, aunque se ha seguido intentando), PSOE y Podemos aparecerán divididos este martes cuando el Congreso vote la toma en consideración de la proposición de ley del PSOE para reformar la famosa ley del sólo sí es sí.


Era la obra predilecta del Ministerio de Igualdad en la promoción de los derechos de la mujer, pero su aplicación práctica solo sirvió para suavizar el horizonte penal de ochocientos agresores sexuales con condenas anteriores a la reforma de la llamada ley Montero. Ese inesperado efecto indeseable generó alarma social y daños visibles en las expectativas electorales del partido de Sánchez. De ahí su iniciativa para mejorar la técnica jurídica de la ley, de modo que las imprecisiones no favorezcan a los agresores sexuales.


Parece de sentido común. Sin embargo, ese paso de la parte socialista del Gobierno es el que ha llevado a la parte podemita a señalar públicamente al PSOE por su “falta de compromiso con la causa de la mujer”. Para apoyar semejante acusación, las ministras Montero y Belarra, debidamente jaleadas por Iglesias Turrión, que ejerce el liderazgo en la sombra, se remiten al hecho de que la contrarreforma de la reforma (rectificación de la ley del sí-sí) va a ser apoyada por el PP.


Vade retro, Satanás. A eso se reduce el argumentario de Podemos, a estigmatizar una iniciativa legislativa por el hecho de que la apoya el PP, que es el otro pilar de la centralidad política. Significa que la política nacional se ha envilecido hasta el punto de no reconocerse ya en el sentido común y el servicio a los intereses generales. Qué lástima.  

En nombre de la mujer

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