Y el PP arrimó el hombro

Si para entender los vaivenes de la política nacional los habituales de su seguimiento nos atuviéramos a la lógica de sus principales actores acabaríamos con una camisa de fuerza. Así que, antes de acabar tarumbas, procede el señalamiento de sus contradicciones.


La más reciente, y la más detectable (la palabra detestable iría bien aquí) es la protagonizada por el presidente del Gobierno después de ver cómo el PP se avenía a cumplir con lo que tantas y tantas veces le había pedido por tierra mar y aire: que arrime el hombro.


Dicho y hecho en esta ocasión. Fue el suceso político de la semana. Por fin el PP acude en ayuda del PSOE y arrima el hombro para que Sánchez no dependa de los enemigos del sistema en la tramitación de una proposición de ley socialista que endurece las penas a los agresores sexuales y, por ende, depara una mayor protección a las víctimas.


Sin embargo, el favor del PP a Sánchez ha destapado las contradicciones internas del Gobierno. Y si la coalición no revienta es solo porque la conservación del poder conviene a las dos partes. Queda asumido en el mantra de la parte socialista: “Es más lo que nos une que lo que no separa”. Menos engañoso es el de la otra parte: “Hay que estar donde se toman las decisiones”, dice Iglesias, líder en la sombra de Podemos.


La brecha sigue abierta tras la reforma de la ley de libertad sexual de UP y la sobrevenida contrarreforma del PSOE que se tramita en el Congreso. El reencuentro va a ser muy difícil, por no decir imposible. Es incompatible con el apoyo del PP a la contrarreforma socialista que, a su vez, lo es con las tesis de UP sobre el “consentimiento” entendido como inexistencia de violencia e intimidación en un acto sexual.


Pero el PSOE no puede apearse del sentido de la contrarreforma, orientada a desactivar la alarma social creada por la rebaja de penas a 800 agresores sexuales. Una contrarreforma que le ayuda a recuperar votantes socialistas desalentados en número mucho mayor que los que podría perder por la izquierda. Es más, no le viene nada mal que los votantes de Podemos, crecidos con el numantinismo de la ministra Montero (Irene) en la defensa de su ley del “solo sí es sí” se queden donde están, a ver si la venidera matemática parlamentaria vuelve a serle propicia para reeditar la misma ecuación de poder.


No parece que vaya a repetirse el escenario, a la vista de las encuestas. La percepción de cambio de ciclo reina en el ambiente. Y entre los analistas es de amplia circulación el señalamiento del nerviosismo que se palpa en medios gubernamentales. La última prueba es el facilón recurso de la Moncloa a una vieja y muy aireada foto en la que Feijóo sale junto a un conocido contrabandista de tabaco en los años noventa y que jamás sirvió para implicar al actual líder del PP en ningún tipo de mala práctica. 

Y el PP arrimó el hombro

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