Dijo el presidente de Iberdrola que el 80% de los españoles no pagan el precio del pool y están pagando menos que en el año 18 porque han bajado los impuestos”. Puede ser. Pero añadió entre las risas y el aplauso de los palmeros: “Solamente los tontos que siguen con la tarifa regulada marcada por el Gobierno pagan ese precio”.
La última afirmación constata que este dirigente empresarial está fuera de la realidad. La primera ley de las empresas que salen cada día al mercado a ofrecer productos y servicios es respetar a los clientes, a los que jamás hay que llamar tontos aunque a veces lo parezcan por su comportamiento
Con la que está cayendo “en general”, con la inflación que tiene su primera repercusión en el recibo de la luz, ¿cómo puede ser tan borde el presidente de una empresa que tiene millones de clientes acogidos a esa tarifa?
Quienes le conocen y valoran su gestión al frente de la compañía dicen que a Sánchez Galán le traicionó su carácter impulsivo y vehemente, que a veces le lleva a hablar de forma displicente con una dosis de arrogancia supremacista. Esa es la explicación benévola, porque un personaje del humorista satírico Carlos Romeu, ante unas manifestaciones impertinentes de un político, se preguntaba “¿Cómo se come esto?” y él mismo respondía que “con una botella de tinto y chupito tras chupito”.
El presidente de Iberdrola debería saber que en el negocio-oligopolio de la luz, -en su negocio- paradójicamente todo es oscuridad. La competencia prácticamente no existe y los sucesivos ministerios del ramo y compañías eléctricas, como la que él preside, no informaron a los clientes con claridad del sistema de formación de precios.
Eso explica que la mayoría de los usuarios no entienden el recibo mensual, no saben qué es el pool, la subasta eléctrica, el mercado mayorista o los peajes de acceso; tienen dudas entre elegir el mercado libre y mercado regulado y no entienden la ristra de impuestos. Y los pocos entendidos tampoco tienen fácil elegir la mejor tarifa porque lo que un día es favorable para abaratar el recibo, a la mañana siguiente resulta perjudicial.
Todo esto significa que los ciudadanos, antes que tontos, somos víctimas. Hace pocos años la Comisión Nacional de la Energía, el órgano regulador de este mercado, denunciaba el desamparo ciudadano ante las eléctricas y admitía que las numerosas quejas de los usuarios “revelan una situación de indefensión frente a al incumplimientos por parte de las empresas”.
Ese desamparo e indefensión de los ciudadanos es lo que debe erradicar el presidente de Iberdrola con una buena política de información y con el buen trato y esmerada atención a sus abonados. Que no son tontos.