A las urnas

La convocatoria de elecciones generales para el próximo 23 de julio es, sin duda, una decisión que a Pedro Sánchez le ayuda a desplazar el foco del triunfo del PP en las elecciones municipales y autonómicas. Dicho sea de paso, el triunfo del PP es tan rotundo que pocas alternativas le quedaban a Sánchez salvo la de seguir trampeando hasta finales de diciembre.
 

Hay quienes opinan que la convocatoria de elecciones es una jugada maestra, y algo de razón tienen puesto que ha sido capaz de recuperar la iniciativa, marcar el calendario y, sobre todo, no das tiempo a sus adversarios a disfrutar ni un solo día de su contundente victoria y a que los ciudadanos visualicen lo que supone el cambio de tendencia.
 

Pero más allá de sus jugadas tácticas, en mi opinión Pedro Sánchez debería de meditar sobre el porqué de su fracaso en las urnas. Porque la realidad es que este 28 de mayo ha sido sobre todo él quien ha recibido un varapalo de los ciudadanos.
 

Y lo ha recibido porque ha gobernado en su beneficio, es decir para mantenerse en el poder, más que pensando en la ciudadanía. Sus pactos con los partidos que no creen en nuestro sistema constitucional, léase Bildu, Esquerra y compañía, le han pasado factura. A eso hay que añadir las disfunciones del gobierno de coalición con Podemos dejando que fueran los podemitas los que marcaran con su programa el calendario político y provocando que el PSOE se deslizara por una pendiente que poco tiene que ver con la socialdemocracia.
 

Ya sabemos que tipo de campaña van a hacer Sánchez y los suyos, nos repetirán hasta la saciedad que viene el lobo, un lobo vestido de PP y Vox. Y se olvidarán que el lobo que rechazan buena parte de los ciudadanos es el de los socios elegidos por el propio Pedro Sánchez para mantenerse en el poder.
 

Lo que hay que preguntarse es por qué Vox se ha hecho un hueco en la política española, es decir que han hecho mal los partidos tradicionales, especialmente el PSOE y el Gobierno, para que crezca un partido como VOX. Ese es el fondo de la cuestión y me parece que la manera de afrontar esa realidad no pasa por intentar meter miedo al personal, sino porque el PSOE vuelva a ser el partido que fue, un partido socialdemócrata preocupado por dar respuesta a los problemas de la mayoría de los ciudadanos, un partido, que como se decía antaño, era el que más de parecía a la gente a la que representaba.
 

Pero ese PSOE ya no existe, y no porque el paso del tiempo le haya hecho envejecer, sino porque se ha visto sustituido por un proyecto personal, el de Pedro Sánchez y el resultado es que el sanchismo, que no el socialismo, es lo que ha sido derrotado en las urnas este 28 de mayo.
 

Supongo que pocos se atreverán a decirlo, unos porque le tienen miedo, otros porque saben que no es de los que perdonan las discrepancias, pero me parece a mí que lo que el PSOE necesita para recuperar credibilidad es un cambio de liderazgo, lo que ni mucho menos está en el horizonte, primero porque al haber convocado elecciones para el 23 de julio es imposible su sustitución, amén de lo dicho anteriormente: nadie se atreve a rechistar y mucho menos a confrontar su liderazgo.
 

Ahora solo queda esperar a que el 23 de julio los ciudadanos digan la última palabra a su favor o en su contra.

A las urnas

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