José María Rioboo Núñez, quien fue secretario general de Editorial La Capital, falleció al mediodía de hoy domingo en su domicilio de Almeiras, Culleredo, ayuntamiento del que su hijo José Ramón es alcalde. El 24 de febrero iba a cumplir 76 años.
José María Rioboo, que había estado siguiendo por televisión el partido del Dépor en Burgos, se empezó a encontrar mal tras el encuentro. Un infarto acabó con su vida de forma fulminante, de modo que cuando los servicios sanitarios llegaron a su casa nada pudieron hacer por salvarle.
La trayectoria profesional de José María Rioboo está ligada desde una edad muy temprana a El Ideal Gallego, periódico en el que entró a trabajar a comienzos de los 60 del pasado siglo como chico de los recados, entonces habitual puerta de entrada al diario. De ahí pasó a formar parte del equipo de linotipistas. Años después, fue elegido presidente del comité de empresa, todavía cuando la sede del diario se ubicaba en la calle Francisco Mariño, en el corazón de A Coruña.
En 1982, con motivo de su traslado al polígono de Pocomaco, el periódico abordó un cambio tecnológico que supuso la incorporación de los ordenadores al proceso de producción y la supresión del taller de linotopia. Pasó entonces Rioboo al departamento de administración. Con el paso de los años y coincidiendo con un cambio de propiedad, ascendió a jefe de personal y, posteriormente, a secretario general de La Capital, editorial que entonces solo imprimía El Ideal Gallego pero que hoy cuenta también con otras cinco cabeceras (Dxt Campeón, Diario de Ferrol, Diario de Arousa, Diario de Bergantiños y Diario de Compostela). Se jubiló a mediados del pasado decenio tras toda una vida dedicada a esta empresa.
Persona muy querida y apreciada tanto en Culleredo como en A Coruña, Rioboo está siendo velado desde esta tarde en la sala 4 del tanatorio San Javier de Almeiras, en Culleredo, hasta donde se han acercado numerosos amigos para trasladar sus condolencias a su viuda e hijo. Mañana lunes por la tarde (17.30 horas) se celebrará una misa en la capilla del tanatorio, mismo lugar en el que a continuación tendrá lugar, en la intimidad familiar, la incineración.