Verónica Garcia-Gesto Fraga, psicopedagoga.
Se acercan las navidades y la magia empieza a envolvernos… sabemos que a las niñas y niños les encanta recibir regalos y como queremos darles lo mejor y verles felices, por lo que acabamos comprándoles demasiados. Y es que la Navidad es uno de los momentos del año donde más regalos reciben nuestros peques, sobre todo juguetes.
¿Cómo hacer para gestionarnos con los regalos?
Puede resultar familiar la escena en la que de forma frenética abren paquetes, uno tras otro, sin pararse a mirar el contenido, e incluso cuando se acaban los paquetes, terminar con una sorprendente pregunta diciendo: “¿Y no hay nada más?” Pregunta que nos deja fríos…De esto tenemos que aprender. Llenarles de regalos sin ton ni son, no es positivo, ni educativo y desvirtúa el valor de las cosas. Un exceso de juguetes les supone tantos estímulos que les cuesta centrarse y tener un juego profundo. Tienen tantos que les cuesta decidirse a qué jugar, van de un juguete a otro, perdiendo rápido el interés en ellos. Y como se aburren, siguen deseando y pidiendo más, parece que nunca tienen suficientes.
El resultado es que acabamos acumulando un montón de juguetes en casa, casi sin usar. Y tendremos unos niños y niñas demasiado centrados en tener y consumir. Y esto ni tiene sentido para nuestros peques ni es sostenible para el planeta. Por eso creo que… ¡no necesitan todo lo que piden!
¿Cómo podemos controlar el exceso de regalos?
Aunque nos cueste, intentemos poner un límite a esos regalos, gestionando sus expectativas. Por eso es bueno escribir la carta a los Reyes Magos y a Papá Noel entre todos, esto nos ayudará a ir consensuando y eligiendo los juguetes que más les ilusionan y desechando otros que no les hacen tanta ilusión.
No se trata de seguir la norma tan extendida hoy en día de los 4 regalos, algo que les sirva, algo que leer, algo que necesiten y algo que desean, sino que lo que hay es que educar en valores, fuera del consumismo y otros “ismos”, pero no se consigue nada convirtiendo la Navidad en una academia militar, donde el adulto decide qué hacer de este momento y desvirtúa así lo que estas fechas deberían ser en realidad.
No debemos intentar siempre controlarlo “todo”. El número adecuado de regalos variará en función de cada familia, sus posibilidades y valores, pero somos su modelo así que enseñémosles a valorar las cosas y que entiendan que no necesitamos tener tanto para ser felices, aunque la publicidad no deje de enviarnos el mensaje contrario.
Os propongo algunas ideas sobre los juguetes ya que estos suelen ser el regalo estrella:
1. Compremos con cabeza, sin dejarnos llevar por sus caprichos o la influencia de la publicidad.
Debemos empezar a ver al juguete como algo más que un simple objeto de regalo y ocio, ya que son un material muy beneficioso para su desarrollo.
Por eso es necesario que tengamos en cuenta las necesidades de juego y los gustos de nuestros pequeños y no tanto nuestras expectativas, para evitar acabar con un montón de juguetes innecesarios.
Tener planificados con tiempo los juguetes que “caerán” en navidades, en función de lo que observas que necesitan y les gusta, y revisar lo que ya tenemos en casa, nos ayuda a no caer en la inercia consumista de comprar por comprar.
2. Intentemos que no todo sean juguetes
Por supuesto que deben recibir alguno de los juguetes que han pedido, pero hay que pensar que podemos regalar otras cosas que no sean juguetes, como experiencias, disfraces, cuentos, manualidades… Porque se puede jugar sin juguetes y además, como ya hemos visto, mucho mejor si no tienen demasiados.
3. Ayudarles a distinguir lo que necesitan y lo que quieren
A veces quieren algo sin más, sin pensar si realmente lo necesitan y lo usarán.
Podemos hacer con ellos una reflexión sobre la cantidad de juguetes que tienen y los motivos por los que los pidieron, para que lleguen a sus propias conclusiones y vean que no todos los juguetes que tienen son divertidos o como esperaban según vieron en la publicidad, y por eso no los usan. Esto les ayuda a diferenciar un capricho de lo que realmente desean, de ahí que escribir la carta es muy positivo y así sabrán elegirlos mejor y pedirán menos.
Y aunque un juguete no lo necesiten, si les hace felices, está bien regalárselo siempre que lo hagamos con moderación, porque son pequeños placeres que son parte de la vida. ¿Quién no se compró algo alguna vez que no necesitase?
El reto de gestionarlo con la familia
Aunque en casa consigamos limitar los regalos, lo habitual es que también reciban regalos del resto de la familia. Así que lo primero será contarles cómo hemos planteado el tema de regalos para reducirlos y que nos gustaría que toda la familia estuviera implicada.
Puede que no nos hagan caso, entonces intentemos entender sus motivos, tal vez esa sea la manera que ellos entienden de demostrar su afecto o que piensen que sin tantos regalos los peques van a perder la ilusión y desde ahí tratar de ser flexibles, para no vivir la Navidad como una lucha de poder, enfadados y ofendidos.
Busquemos soluciones creativas, para intentar llegar a un punto intermedio teniendo en cuenta lo que para nosotros es importante, pero respetando su forma de opinar:
Reflexionemos para intentar regalar con cabeza, manteniendo su ilusión pero sin que todo gire alrededor de los regalos en Navidad. Enseñémosles lo verdaderamente importante en la vida (no sólo en esta época) para que sepan disfrutar de cada momento, porque puestos a acumular, mejor que sean recuerdos y no cosas materiales.