El oncólogo médico Víctor Sacristán Santos, del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) aborda la evolución del cáncer en el área sanitaria; la importancia de la prevención; los avances en el tratamiento; los beneficios del ejercicio físico antes, durante y después de la enfermedad, y cuál es la situación de Galicia.
El día a día de un oncólogo debe ser duro ¿Qué lleva a uno a decidirse por esta especialidad?
En mi familia mi abuelo era médico y yo siempre quise seguir su ejemplo. Me decanté por Oncología al ser una especialidad en donde se aborda al paciente de una manera global. Nuestros pacientes son personas muy vulnerables y que gracias a la ciencia cada día podemos ofrecerles mejores tratamientos. Como oncólogos debemos estar actualizados, conocer la biología molecular, investigar, pero también manejar una relación médico-paciente exquisita y eso es algo que falta en muchas otras especialidades. En cuanto a la dureza de la especialidad, es verdad que desde la residencia aprendemos a comunicar buenas pero también malas noticias a pacientes y familiares. En numerosas ocasiones nuestros compañeros de profesión incluso nos dicen que estamos hechos ‘de otra pasta’, pero la realidad es que nos llevamos muchos pacientes a casa, como comúnmente suele decirse. Por ello es crucial tener una vía de escape. En mi caso es el deporte.
¿Hasta qué punto son importantes las acciones de prevención?
La prevención es una de las maneras que tenemos de evitar el cáncer. Existen muchos prácticas modificables en nuestra vida diaria que podemos cambiar y que pueden reducir el riesgo de padecer un tumor. A pesar de ello, hay factores genéticos y hereditarios de los que no tenemos ese control. Debemos seguir insistiendo en la lucha contra el tabaco y el alcohol, principales carcinógenos muy normalizados en nuestra sociedad actual. Además, la obesidad y el sedentarismo, así como una mala alimentación también son factores predisponentes que todos estamos a tiempo de cambiar. El ir sumando malos hábitos de vida nos hace ir ganando papeletas para algo fundamental ‘prevenir antes que lamentar’.
Usted forma parte de un grupo de trabajo de la Sociedad Española de Oncología Médica que analizó los beneficios del ejercicio físico antes, durante y después del tratamiento contra el cáncer. Háblenos de las conclusiones...
En lo que respecta al paciente oncológico, durante muchos años (acentuado en estos últimos de pandemia) se ha infundado una idea de sobreprotección excesiva hacia ellos. A menudo los propios pacientes y familiares, incluso los profesionales sanitarios con toda la buena voluntad restringen las actividades físicas y relaciones sociales (comidas familiares, visitas de nietos, viajes, etcétera) Cada vez existe más evidencia científica de que el ejercicio físico es un arma más para combatir al cáncer. En primer lugar, realizar cualquier actividad física reduce el riesgo de padecer varios tipos de tumores, entre los que se encuentra el de colon o el de mama. No sólo eso, si no que si hemos sido diagnosticados de cáncer, la práctica del ejercicio físico oncológico va a mejorar los resultados de una cirugía y reducir sus secuelas. Además, mejorará la tolerancia a quimioterapia o radioterapia y nuestra calidad de vida. Pero es que además en pacientes que afortunadamente llamamos ‘largos supervivientes’ que han superado todas estas intervenciones y tratamientos, reduce las posibilidades de recaída. Por otro lado cabe destacar la mejoría emocional derivada de practicar deporte, reduciendo en muchas ocasiones los síntomas depresivos... ¡Recomendar ejercicio físico debe ser una prioridad!
En eso deben ir de la mano de compañeros de otras unidades...
En esto debemos ir de la mano de compañeros rehabilitadores, fisioterapeutas y profesionales del deporte. No olvidemos además que el ejercicio físico cumple con creces con la premisa de cualquier fármaco bueno que se precie: es barato, es accesible y es eficaz. En A Coruña ya estamos colaborando con el Servicio de Rehabilitación e implantando un programa de ejercicio específico para pacientes oncológicos y dentro de poco publicaremos una aplicación con videos para que los pacientes la consulten.
¿Qué medidas se deberían adoptarse para evitar llegar demasiado tarde a la consulta médica y, en consecuencia, al diagnóstico?
En esta aspecto creo que la Atención Primaria tiene un papel fundamental y que por tanto es vital favorecerla. Una consulta y acceso rápido a nuestro médico de familia ante cualquier signo o síntoma sospechoso (una pérdida de peso involuntaria, sangrados, fatiga...) pueden hacer saltar las alarmas y así iniciar un estudio y diagnóstico precoz. También es muy relevante realizar correctamente los cribados disponibles como el de mama y colon que ya están implantados en toda la comunidad. Éstos permiten detectar tumores silentes que todavía no han causado síntomas.
¿Cómo definiría la calidad y cantidad de recursos de los servicios de oncología en Galicia, y particularmente en A Coruña?
En este aspecto, Galicia es en general una comunidad autónoma privilegiada. Nuestros pacientes pueden tener acceso a fármacos muy novedosos y con reciente aprobación por las Agencias Reguladoras siempre que cumplan una serie de requisitos. Otra parte muy importante viene de la participación en ensayos clínicos. Concretamente en el Chuac, bajo el liderazgo de nuestra jefa la doctora Garcia-Campelo recientemente hemos inaugurado una unidad de ensayos clínicos en fases precoces. Esta unidad ya está dando la oportunidad de tratamiento con terapias muy novedosas a pacientes que previamente tendrían escasas alternativas terapéuticas. Ademá, trabajamos de manera multidisciplinar con numerosos servicios que incluyen a nuestros pacientes en su cartera de servicios, como psicooncología, farmacia hospitalaria, enfermería, cardioncologia y equipos quirúrgicos así como el mencionado programa de rehabilitación oncológica y de humanización del servicio.
¿Cómo ha afectado al servicio la crisis sanitaria del covid-19?
Como es lógico, al principio de la pandemia hubo mucho miedo e incertidumbre por parte de los pacientes y profesionales. Se dieron casos de retrasos en el diagnóstico y enfermedades diagnosticadas más tarde de lo que nos gustaría, pero creo que ya estamos volviendo a la normalidad previa a 2020. Creo que el covid favoreció la recuperación de la confianza en los profesionales sanitarios. A pesar de que las medidas fueron duras, eran necesarias en aquel momento epidemiológico y confiemos en que nunca se tengan que repetir.
¿Y en los pacientes?
En nuestros pacientes ha sido especialmente difícil por ser una población vulnerable, teniendo que aislarse de sus familias y con demasiados momentos de soledad. Aun así, nosotros hicimos un gran esfuerzo e intentamos ajustar los tratamientos en la medida de lo posible: espaciar visitas, aumentar consultas telefónicas... En mi caso, colaboré en la primera y tercera ola junto con compañeros de medicina interna en plantas covid. Allí me encontré ante un escenario al que estaba poco acostumbrado, los pacientes evolucionaban mal en cuestión de horas y había que actuar con rapidez. La práctica de informar a pacientes y familiares y de un posible desenlace fatal adquiridos en Oncología resultó útil en aquel momento de pandemia. Por suerte, todo eso ha cambiado.
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